Hugo López-Gatell no necesita presentación. Su nombre y rostro son conocidos por todos. Fue, nada más ni nada menos, que el zar anti COVID del gobierno de AMLO en esos aciagos años cuando tantas personas perdieron la vida como consecuencia de los estragos provocados por el maldito virus.

A partir de las torpes declaraciones del subsecretario, tanto aquellas relacionadas con el “poder de contagio del presidente” como sus “estimaciones estadísticas”, la prensa critica se le lanzó a la yugular con el propósito de destruirle. Le llamaron de todo; desde asesino hasta “el doctor muerte”. Otros fueron más lejos hasta la absurdidad de compararle con criminales de guerra nazis.

Fueron, a mi juicio, actos desproporcionados. Si bien Gatell fue negligente y cometió graves errores, sus acciones estuvieron basadas en buena medida en la información brindada por la OMS y por agencias de salud extranjeras.

Hizo frente a un virus desconocido y las pifias del gobierno mexicano no fueron exclusivas de este país, sino que se reprodujeron en el mundo entero. Basta con echar un vistazo a las desafortundadas decisiones tomadas en otros ministerios de salud, así como las consecuencias políticas en cada uno de los países afectados. También conviene recordar que López-Gatell serviría, a la postre, como escudo de contención ante el daño mediático del que serían objeto el entonces secretario Alcocer y el propio presidente López Obrador.

No obstante la inocencia penal y mediática de Gatell en relación con el tratamiento desproporcionado que le asestaron sus críticos, su reciente nombramiento como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud es un despropósito.

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Insisto. Si bien el ex subsecretario no es el demonio del medio día a quien debe atribuírsele en solitario las muertes ni el paupérrimo estado de la salud pública, no es un funcionario ejemplar, pues él, como he señalado, tropezó en cada una de sus decisiones. Tampoco fue López-Gatell responsable del estado de salud de los mexicanos, ni de las fallas estructurales en materia de atención médica.

La decisión de la presidenta Sheinbaum ha sido política. Ha buscado agradecer a Gatell su lealtad al movimiento, su defensa a ultranza de AMLO y su patética participación en canal 11. Me pregunto si entre los representantes de los paises miembros de la OMS hay algún ex funcionario de salud que fungió como responsable en los años de la pandemia. Lo dudo. En todo caso, López- Gatell no merece el denuesto desproporcinado, pero tampoco una presea.