OPINIÓN NO PEDIDA
El conflicto entre palestinos e israelíes es uno de los más antiguos, complejos y dolorosos de los siglos XX y XXI. Veámoslo a partir del colapso del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando Gran Bretaña tomó control de Palestina mediante un mandato de la Liga de las Naciones. En esa época, el territorio estaba poblado mayoritariamente por árabes palestinos, pero también contaba con una minoría judía que fue creciendo debido a la inmigración impulsada por el sionismo, un movimiento que buscaba establecer un Estado judío en la tierra considerada ancestral por ese pueblo.
En lo que sigue, apoyaremos nuestra opinión en un trabajo reciente de mi amigo el Dr. Manuel Galiñanes (Barcelona), en colaboración con el Dr. Leo Klinkers (Utrecht)*, en el que proponen opciones para zanjar la guerra entre Israel y Palestina. Sigamos.
La Declaración Balfour de 1917, en la que el gobierno británico manifestó su apoyo a un “hogar nacional judío” en Palestina, sentó las bases para un conflicto futuro, al no resolver cómo convivirían ambas poblaciones. A medida que aumentó la inmigración judía —sobre todo tras el ascenso del nazismo y el Holocausto— crecieron también las tensiones con la población árabe, que veía en peligro su tierra y su futuro político.
En 1947, la ONU propuso un plan de partición que dividía Palestina en dos Estados: uno judío y uno árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. Los líderes judíos aceptaron el plan, pero los árabes lo rechazaron. En 1948, tras la proclamación del Estado de Israel, estalló la primera guerra árabe-israelí. Más de 700 mil palestinos fueron desplazados —evento que los árabes llaman la Nakba (la catástrofe)— y el nuevo Estado consolidó su control sobre una mayor parte del territorio que le fue asignado por la ONU.
Desde entonces, se han sucedido múltiples guerras (1956, 1967, 1973), intifadas (levantamientos populares palestinos), ocupaciones (Gaza en especial, Cisjordania y Jerusalén Este en 1967) y procesos de paz fallidos.
Estados Unidos ha jugado un papel central como aliado histórico de Israel, al que proporciona ayuda militar, económica y apoyo diplomático. Aunado a esto, ha mediado y gestionado en diversos procesos de paz, como los Acuerdos de Camp David (1978), los Acuerdos de Oslo (1993) y la Cumbre de Camp David de 2000. La mayoría de estos intentos han fracasado, en parte por la desconfianza mutua, el rechazo de los extremistas de ambas partes y el incumplimiento de los compromisos y, digo yo, como los comerciantes callejeros, inclinando la balanza a favor de sus semíticos intereses.
A lo largo de los años, han surgido dos grandes propuestas de solución:
1. La solución de dos Estados, que consiste en crear un Estado palestino independiente que coexista pacíficamente junto a Israel, con fronteras basadas en las líneas de 1967 y con Jerusalén como capital compartida. Esta ha sido la propuesta más apoyada por la comunidad internacional. Sus ventajas son claras: ofrece a los palestinos autodeterminación y termina con la ocupación israelí. Sin embargo, requiere que Israel desmantele asentamientos y que los palestinos reconozcan el derecho a existir de Israel como Estado judío. El principal obstáculo es político: los gobiernos israelíes de derecha rechazan volver a las fronteras de 1967 y los grupos como Hamás no reconocen a Israel.
2. La solución de un solo Estado binacional que propone un solo país con igualdad de derechos para judíos y palestinos. Esta idea ha cobrado fuerza ante el estancamiento del proceso de dos Estados, pero enfrenta la oposición de quienes temen que diluya el carácter judío del Estado de Israel o que no respete el deseo palestino de tener una nación propia.
Razones sobran para implementar una solución justa y duradera. Más allá de las cuestiones estratégicas, la razón principal es humanitaria. Millones de palestinos viven bajo ocupación o en campos de refugiados, sin derechos plenos. Israel, por su parte, enfrenta una continua amenaza de ataques y vive en una situación de constante militarización. Seguir sin una solución significa perpetuar la violencia, el sufrimiento y la radicalización. Yo voto por un Pueblo Unido (un solo Estado), si no se puede, pues al menos por un Estado Federal laico (Galiñanes-Klinkers)... ¡Las fronteras solo dividen!
PONTE XUX
1. ¿El Pueblo Palestino sufre la ira de Dios? ¿Por qué? ¿Y ahora Irán? ¿Por qué?
2. La Tierra Prometida, hoy está más comprometida que nunca. Propongo que el Nuevo Estado (Palestinos y Judíos) se llame ¡República de Canaán!
REFERENCIAS
*Advances in Social Sciences Research Journal - Vol. 12, No. 05
Publication Date: May 25, 2025.
Galiñanes, M., & Klinkers, L. (2025). Toward a Shared Future: Why a Federation is the Only Viable Solution to the Israel-Palestinian.