Samuel Ramos, o algún otro de nuestros filósofos, afirmó que el mexicano no es inferior, sino que se siente inferior. Afortunadamente tal tesis, de ser cierta, no puede aplicarse a la mexicana, o no a la mujer mexicana de nuestros días. Ante las críticas, cada día más numerosas por su triunfo en Miss Universo, la joven Fátima Bosch ha recurrido a una estrategia invariablemente eficaz en estas situaciones: mantener la compostura y evitar la polémica.

A Fátima se le niegan méritos porque su padre, Bernardo Bosch Hernández, ha trabajado en Pemex desde 2017 y, también, debido a que su tía, Mónica Fernández Balboa, ha sido una figura relevante en la 4T.

Se dice que el padre de Fátima dio contratos, en la petrolera mexicana, al dueño de Miss Universo, el regiomontano Raúl Rocha Cantú. Estamos frente a la clásica media verdad que, normalmente, termina siendo una mentira completa.

Es cierto que Rocha es contratista de Pemex, pero no hay evidencia de que Bosch Hernández le asignara los contratos. Quienes lo afirman deberían demostrarlo.

Personalmente, me parece improbable que Bosch Hernández haya tenido suficiente influencia en la principal empresa pública de nuestro país como para realizar contrataciones multimillonarias: no es menor su puesto, asesor de la dirección de Pemex Exploración y Producción, pero no da para tanto.

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Una canallada es incluir en cualquier especulación a Mónica Fernández. La conozco, y aunque no he tenido mayor trato con ella, sé de su trabajo en la 4T desde hace muchos años. Es una mujer honorable, trabajadora y comprometida con la izquierda. ¿Que viajó a Tailandia para apoyar a su sobrina en Miss Universo? Cualquier persona de bien iría al fin del mundo si alguien de su familia participara en un evento de clase mundial.

La sospecha de que estuvo truqueado el triunfo de Fátima Bosch también la ha alimentado un hecho de lo más normal: que la felicitó la presidenta Claudia Sheinbaum. Es lo que se espera que haga la titular del poder ejecutivo cada vez que alguna persona de nuestro país gana una competencia internacional.

Eso sí, como feminista que es, Claudia precisó que “siempre tiene su cuestionamiento el concurso de Miss Universo”. Pero, al margen de ello, la presidenta destacó que Fátima levantó la voz cuando se cometió una injusticia contra ella, lo que es un ejemplo para “todas y todos” en México. Quedó atrás, subrayó la mandataria, aquello de que calladita te ves más bonita.

Valdrá la pena que, en otra ocasión, la presidenta Sheinbaum reflexione sobre lo negativo que hay en los concursos de belleza. Pero ojalá no lo haga en el contexto de tantas críticas muy ruines de mexicanos contra una mexicana de 25 años de edad.

No se vale lo que han hecho Carlos Loret de Mola y los editores de los diarios Reforma y El Universal, entre otros representantes de la comentocracia. Quizá no se dan cuenta —o quizá ese sea su objetivo—, pero están invitando a que, fuera de México, se hable mal de nuestro país.

Los críticos de Fátima Bosch, al afirmar sin pruebas que ganó con trampas en Miss Universo, lo que pretenden no es ningunearla —en este caso no son tan infames—. La tabasqueña no les importa. Lo que les interesa es cuestionar a la 4T, que tiene su origen en Tabasco, como Fátima.

De eso se trata, de seguir golpeando al proyecto político de izquierda. El caso de Fátima Bosch resulta particularmente despreciable porque están agrediendo a una joven que, en el peor de los casos, no cometió ninguna falta.

Solo por desarrollar el argumento voy a suponer que el dueño de Miss Universo es un pillo y presionó al jurado —conste, no sé si ocurrió, por lo tanto, si nadie lo demuestra pensaré que eso es falso—. Pero, aun si algo así sucedió, ¿qué culpa tendría la joven ganadora? ¿Y por qué la 4T sería responsable del, todavía no probado, comportamiento inadecuado del empresario Rocha Cantú?

A todo recurren para golpear a la 4T, inclusive a maltratar a mujeres exitosas que no han hecho nada indebido. Pero no conseguirán debilitar al movimiento que el pasado sexenio encabezó Andrés Manuel López Obrador y, en el actual gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo. Inclusive sucederá lo contrario, esto es, se fortalecerá a la izquierda mexicana. No puede ser otra la consecuencia de vilezas como la cometida en perjuicio de una joven de 25 años de edad que se atrevió a participar en un certamen y ganó.