OPINIÓN NO PEDIDA
En el vertiginoso mundo de la tecnología celular, donde cada año se lanzan nuevos modelos de teléfonos inteligentes, aplicaciones y sistemas operativos, hay un grupo demográfico que parece haber sido marginado: los adultos mayores. Mientras las empresas desarrolladoras de tecnología se obsesionan por capturar la atención de los jóvenes y los niños, los mayores de 60 o 70 años (el que esto escribe entre ellos) quedan relegados a un segundo plano, con productos que no se ajustan a sus necesidades y prioridades.
Dicho fenómeno no es casualidad, sino el resultado de estrategias cuidadosamente diseñadas para atraer y fidelizar a las generaciones jóvenes, quienes representan un mercado más rentable, presente y sobre todo futuro, susceptible a la adicción tecnológica.
La industria de la telefonía móvil invierte miles de millones de dólares en investigaciones de mercado, desarrollo de productos y campañas publicitarias orientadas a los jóvenes. Estas estrategias buscan crear un vínculo emocional entre el usuario y el dispositivo desde edades tempranas. Teléfonos con cámaras avanzadas, aplicaciones de entretenimiento, videojuegos y redes sociales son diseñados para maximizar la interacción y, en muchos casos, fomentar una dependencia.
Los adultos mayores, en cambio, no representan este tipo de mercado atractivo. Por lo general, tienen hábitos de consumo menos impulsivos, son más escépticos ante nuevas tecnologías y no pasan tanto tiempo en actividades digitales como las generaciones más jóvenes. Desde el punto de vista empresarial, esto los convierte en un segmento menos rentable y no les importa si entienden o no el contenido y la operación de los aparatos.
Los teléfonos inteligentes están diseñados para usuarios jóvenes que tienen experiencia previa con dispositivos tecnológicos y un nivel de destreza visual, táctil y cognitiva que les permite adaptarse rápidamente a interfaces complejas. Sin embargo, los adultos mayores enfrentan desafíos específicos como las dificultades visuales (fuente pequeña, íconos diminutos y contrastes de color inadecuados que complican la navegación); dificultades de accesibilidad (menús ocultos, funciones que requieren múltiples pasos y falta de instrucciones ”claras”); y, entre otras, las limitaciones físicas (una sensibilidad táctil reducida, un temblor en las manos, huellas borradas de las yemas de los dedos) de movilidad que pueden entorpecer el uso de pantallas táctiles.
Si bien algunos fabricantes incluyen “modos simples” en sus dispositivos, estos no resuelven completamente los problemas de la tercera edad. Además, suelen ser funciones secundarias que no reciben actualizaciones regulares ni mejoras significativas.



El foco en los jóvenes no es casual. Los desarrolladores de tecnología buscan capturar a los usuarios en edades tempranas para asegurar su fidelidad a largo plazo. Este fenómeno es especialmente evidente en el caso de los niños, quienes son introducidos al mundo digital desde edades cada vez más tempranas.
Aplicaciones y redes sociales están diseñadas con algoritmos que recompensan el comportamiento adictivo en el cual, hay que reconocerlo, también empiezan a caer muchos abuelitos carentes de actividad o con abundante soledad. Entre dichas aplicaciones, destacan notificaciones constantes, contenido infinito de bromas, chistes y chismes y recompensas virtuales mantienen a los usuarios, especialmente a los más jóvenes, pegados a sus pantallas durante horas. La adicción tecnológica no es un efecto colateral, sino un objetivo central del diseño que está ocasionando una nueva forma de conducta y relaciones sociales que no necesariamente será para bien.
Para las empresas, el mercado infantil y juvenil es una mina de oro. Los niños y adolescentes no solo consumen directamente, sino que también influyen en las decisiones de compra de sus padres y, si, como usted lo está pensando, ¡de los abuelos! Además, este joven grupo, representa la promesa de consumidores a largo plazo que seguirán usando las mismas marcas y servicios durante años.
Muchos adultos mayores podrían beneficiarse enormemente del uso de teléfonos inteligentes para gestionar su salud, acceder a recursos educativos y participar en actividades sociales. Sin embargo, las herramientas actuales no están diseñadas para ellos, perdón, para nosotros.
SACAPUNTAS
1) La industria de la tecnología celular debería diseñar productos para los adultos mayores.
2) Bueno, al menos sus líderes, deben considerar que la natalidad se frena y la esperanza de vida se alarga.
Correo-e: pibihua2009@gmail.com