LA POLÍTICA ES DE BRONCE
El 2025 será recordado como un año de contrastes en la política mexicana. Un periodo marcado por tensiones externas, avances sociales inéditos y, al mismo tiempo, por heridas abiertas que el Estado aún no logra cerrar. La agenda pública estuvo saturada de coyunturas, pero algunos hechos terminaron por definir el tono político del año que concluye.
En el plano internacional, la relación con Estados Unidos volvió a ocupar el centro del debate. Las presiones, chantajes y declaraciones estridentes del presidente estadounidense Donald Trump no fueron una novedad, pero sí la manera en que fueron contenidas. Frente a un interlocutor impredecible y agresivo, la presidenta Claudia Sheinbaum optó por una estrategia de firmeza sin estridencias, combinando diplomacia, argumentos técnicos y control político interno. No hubo sometimiento, pero tampoco una escalada innecesaria. En tiempos de populismo global, esa moderación resultó un activo político.
Sin embargo, el dato que definió el 2025 no vino de la política exterior, sino de la realidad social. Las cifras del INEGI confirmaron que 13.4 millones de mexicanos superaron la línea de pobreza, mientras que el Banco Mundial reportó un crecimiento superior al 12% de la clase media. Por primera vez en lo que va del siglo XXI, el porcentaje de población clasificada como clase media superó al de quienes viven en pobreza. No se trata de un dato menor ni de una simple estadística: es un cambio estructural que rompe con décadas de estancamiento social y confirma que las políticas de ingresos, salario mínimo y bienestar tuvieron efectos reales.
Este avance social se reflejó también en la legitimidad política. Durante todo el año, la presidenta Sheinbaum mantuvo niveles de aprobación superiores al 70%, de acuerdo con diversas encuestas. En un país históricamente desconfiado del poder, esa popularidad sostenida habla de estabilidad, pero también de expectativas elevadas. Gobernar con altos niveles de respaldo no elimina los conflictos; los hace más visibles y más costosos cuando no se resuelven.
Ahí aparece el reverso del 2025. Aunque los homicidios dolosos disminuyeron alrededor de 20%, las desapariciones forzadas aumentaron de manera alarmante. Es una tragedia silenciosa que no siempre ocupa titulares, pero que erosiona profundamente la credibilidad del Estado. Familias que buscan durante meses o años, expedientes que se empolvan y una sensación persistente de abandono institucional siguen siendo parte del paisaje nacional.
El año también estuvo marcado por hechos de violencia política de alto impacto. El asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, el 1 de noviembre, provocó indignación nacional. No solo por el crimen en sí, sino porque el alcalde había advertido reiteradamente sobre las amenazas y pidió apoyo sin obtener respuesta. Su muerte simbolizó la distancia —todavía existente— entre los discursos de seguridad y la protección efectiva de autoridades locales.
En paralelo, el 2025 destapó el escándalo del llamado huachicol fiscal, una red de contrabando de combustibles y defraudación que involucró a mandos de la Marina, gobiernos estatales y personajes públicos. La detención de Hernán Bermúdez Requena, líder del grupo criminal La Barredora y exsecretario de Seguridad Pública en Tabasco, confirmó la profundidad de la corrupción enquistada en estructuras que deberían combatirla.
Finalmente, el año dejó al descubierto una contradicción incómoda: mientras desde la presidencia se practica e insiste en la austeridad republicana, diversos integrantes de la élite política morenista exhibieron estilos de vida frívolos, viajes, lujos y excesos difíciles de justificar. Esa incongruencia no es anecdótica: rasga el velo moral que distingue a un proyecto político que prometió ser diferente.
Así, 2025 cierra con avances sociales históricos, liderazgo político firme y, al mismo tiempo, con deudas profundas en materia de seguridad, ética pública y coherencia interna. El reto hacia adelante no será solo preservar lo ganado, sino corregir con rapidez aquello que amenaza con desfondar la legitimidad del poder.
Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.



