Y cuando despertó de su sueño presidencial, Claudia y Andrés seguían riéndose...
Ayer publiqué una historia falsa, pero al mismo tiempo verdadera, acerca del diálogo de Juan Gabriel y Ricardo Salinas Pliego en el SAT y en la SCJN. Me la envió alguien que la realizó ayudado por algún sistema de inteligencia artificial. Esta persona, solo por seguir dando lata, redactó, con el mismo apoyo informático, la pesadilla del empresario envuelto para regalo de cumpleaños.
Difundiré aquí la nueva historia ficticia. Antes explico lo que el autor de estas fábulas pidió a la IA de Google: “Que don Quijote platique a Sancho Panza cómo fue que la presidenta Sheinbaum entregó, a AMLO, a su archirrival Salinas Pliego envuelto para regalo. Sí, por el cumpleaños 72 de López Obrador”.
Sale, pues, contada por don Quijote a Sancho Panza, la historia de la pesadilla de don Ricardo la noche del día en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió que el SAT podrá cobrarle, a partir de ahora mismo, nada más 48 mil millones de pesos, algo así como 2 mil 700 millones de dólares. Cualquier baba de perico.
Don Quijote: ¡Válgame el cielo, Sancho amigo, y qué portento de justicia he venido a soñar anoche que bien pudiera ser verdad en estos tiempos modernos de la Cuarta Transformación!
Sancho Panza: ¿Justicia, mi señor don Quijote? Con la que hay en estas tierras que todavía no acaban con todos los truhanes neoliberales, me temo que vuestra merced sueña imposibles. Porque los ricos siempre se salen con la suya.
Don Quijote: Escucha bien, Sancho, y no me contradigas, que este sueño fue más claro que el agua de pozo. Fue en el día del cumpleaños del ya retirado Señor de Palenque, don Andrés Manuel. Se encontraba allí, invisible a los ojos de los mortales, observando las mercedes que le hacían sus amistades en su fiesta antes de romper la piñata.
Sancho Panza: ¿Y qué le regalaron al Señor de Palenque, mi amo? ¿Unas gallinas, un par de cabritos, vino bueno, aguacates?
Don Quijote: Callad, Sancho, que el regalo fue de alto quilate, un presente que pesaba en la bolsa y en la conciencia. Se presentó la Señora Presidenta, doña Claudia, con un semblante sonriente y radiante, llevando un paquete que parecía el globo terráqueo de grande, envuelto en papel de Hacienda y del SAT con una tarjeta de ‘NO impunidad. Atentamente, SCJN’.
Sancho Panza: ¡Reviéntenme las carnes! ¿Y qué contenía tal monstruosidad de regalo?
Don Quijote: Abre los ojos y los oídos. Al desenvolver aquel bulto, no era un objeto inanimado, sino el mismísimo ricohombre don Ricardo Salinas y Pliego, el archirrival del Señor de Palenque, aquel que debía más al fisco que yo al ventero de la Mancha. ¡Estaba allí, envuelto para regalo, con su moño, lloroso y mustio, más triste que un servidor de hipotecas!
Sancho Panza: ¡Ay, bendito sea Dios! ¡Eso sí que es un regalo que no se ve todos los días! ¿Y qué dijo el Señor de Palenque?
Don Quijote: El Señor de Palenque, de apellidos López Obrador, sonreía de oreja a oreja, como si hubiera ganado mil batallas contra molinos gigantes. La Presidenta, de apelativo Sheinbaum, le dijo, con gran donaire: “El ricohombre tomó chocolate, pagará lo que debe”, que es como decir: “He aquí la justicia que prometimos”.
Sancho Panza: ¿¡Toma chocolate, paga lo que debes!? ¿No es un chachachá antiguo de allende los mares?
Don Quijote: No importa, Sancho. Chachachá, cumbia, danzón, vals, polka, rock, jota, danza de los venados, baile flamenco, tango, zandunga, danza del vientre o jarabe tapatío, es una gran frase que debería pintarse en las paredes de todas las casas ricas de este y de todos los reinos.
Sancho Panza: A todos llega la hora de tomar chocolate y pagar. Dicen los relatos de caballeros andantes: “No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague”.
Don Quijote: Y don Ricardo, el rico que pronto será embargado por la gracia de Dios, solo acertaba a balbucear, desde su encierro de papel y listones en la caja de regalo, que era “un sacrificio muy grande” para él pagar cincuenta mil millones de pesos, que para el gobierno eran “dos días de gasto”, pero para él “muchísimo dinero”. ¡Mire vuestra merced qué desatino!
Sancho Panza: ¡Ay, el muy pillo! Se queja de “muchísimo dinero”, él que tiene más caudales que el Rey Salomón.
Don Quijote: La Señora Presidenta, con la verdad por delante, dijo: “Mejor que paguen sus impuestos en vez de andar pagando campañas”… o botargas para mofarse de quienes mandan. Así, Sancho, en el día de su condena por la Suprema Corte, que es como el Santo Oficio de las leyes fiscales, se convirtió en el regalo más valioso, demostrando que en este territorio, la ley es para todos, sin “negociación en lo oscurito”.
Sancho Panza: ¡Voto a Dios, mi señor, que esa es la mejor aventura que habéis contado! ¡Un ricohombre por regalo de cumpleaños! ¡Ojalá y sea verdad y no sueño, para que vean los pícaros que no hay deuda que cien años dure, ni deudor que lo resista!
Don Quijote: Así es, mi fiel Sancho, que la justicia, aunque ande con pies de plomo, a veces corre como el viento y alcanza a quien menos lo espera. Y ahora, ensilla a Rocinante, que grandes hazañas nos esperan, aunque no tan justicieras como esta.



