La reforma judicial impulsada por Morena no solo nació al vapor, también se ejecutó como receta sin ingredientes: sin consenso, sin planeación, sin rumbo. Pero como aquí todo se estrena aunque no funcione, el gobierno federal montó su espectáculo electoral disfrazado de reforma histórica. Y lo presentó como un “avance democrático” cuando en realidad fue una simulación masiva con boletas imposibles de entender, candidatos invisibles y un INE con presupuesto recortado a la mitad.

El resultado fue predecible: 13% de participación, uno de los niveles más bajos en la región. Más del 85% de las y los mexicanos decidieron no participar. ¿Democracia? No. Desconfianza, desinformación y decepción.

La OEA lo dijo con todas sus letras: este modelo mexicano de elección judicial no debe exportarse. Traducción: no lo repliquen, no lo intenten, ni de broma lo copien.

¿Razones? Muchas, pero aquí van algunas:

• La reforma se aprobó al vapor, sin debate plural ni análisis técnico.

Las columnas más leídas de hoy

• Se puso en riesgo la independencia judicial, al subordinar decisiones técnicas a los vaivenes del voto popular.

• No hubo campañas reales ni financiamiento ni acceso equitativo a medios, lo que dejó a la ciudadanía votando a ciegas.

• Las boletas eran tan complejas que la votación tardaba hasta 20 minutos por persona.

No hubo PREP ni conteo en casillas y hasta la cadena de custodia se puso en duda.

• Se detectaron “acordeones” con listas de candidatos, lo que abre la puerta a la coacción del voto.

• Y el INE operó sin reglas claras y con 52.9% del presupuesto solicitado.

Pero la narrativa oficial ya está cocinada: “fue un gran paso… pero hay áreas de oportunidad”. Claro, como cuando te dicen que el avión no despega pero el diseño fue innovador.

Desde ya se preparan contrarreformas para corregir el modelo rumbo a 2027. ¿Corregir qué? ¿El abstencionismo? ¿La desinformación? ¿La falta de legitimidad? ¿O el hecho de que 6 de los 9 nuevos ministros fueron propuestos por el Ejecutivo?

Cuando necesitas parchar algo que aún ni termina de operar, no estás corrigiendo: estás intentando sobrevivir al desastre.

Y la pregunta de fondo es más profunda: ¿qué clase de país elige jueces como si fueran candidatos, sin información, sin garantías, sin debate? Uno que ya no cree en las instituciones. Uno donde la “justicia popular” se usa como excusa para desmontar contrapesos. Uno donde los jueces pueden ser electos… pero no independientes.

La justicia no necesita votos: necesita legitimidad, técnica, ética y autonomía. Lo demás es populismo disfrazado de participación.

Y sí: cuando hasta la OEA te dice que algo salió mal…

Es porque ya estamos en el lodo.

Alberto Rubio Canseco en X: @Alberto_Rubio