Muy breve —en su versión en inglés tiene 272 palabras—, el Discurso de Gettysburg, de Abraham Lincoln, es recordado sobre todo por las 10 pronunciadas casi al final de la célebre alocución: “Government of the people, by the people, for the people”. Esa es la mejor definición de democracia.

En el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, cuando aparecen diferencias entre la opinión de la gente y la del gobernante electo por voto popular, ¿a quién creerle?

La pregunta la respondió Claudia Sheinbaum con solo seis palabras, en un domingo de trabajo, de apoyo y diálogo con la sociedad damnificada por las lluvias en Puebla, Hidalgo y Veracruz: “Yo prefiero creerle a la gente”.

La presidenta lo dijo después de escuchar fuertes reclamos, por su inacción ante el desastre, dirigidos al alcalde morenista de Huauchinango, Puebla, Rogelio López Angulo, quien se defendió diciendo “ya estamos trabajando”. Claudia le exigió no justificarse: “Usted me dice que sí trabaja y la gente dice que no, y la verdad yo prefiero creerle a la gente”.

Honró la presidenta de México el espíritu de la democracia sintetizado en cuatro palabras en latín: “Vox populi, vox Dei”.

Las columnas más leídas de hoy

Siempre es importante que la persona gobernante se ensucie los zapatos en las regiones devastadas por fenómenos naturales —se humaniza la tragedia, se logra un mejor diagnóstico de la situación y se coordina con más eficacia la estrategia de ayuda—.

Ayer, además de lo anterior, la presencia de Claudia Sheinbaum en el territorio afectado sirvió para presionar a las autoridades locales para trabajar más intensamente y con mayor profesionalismo con seis palabras contundentes: “Yo prefiero creerle a la gente”.

Son seis palabras que invitan a no rendirse a la población afectada por lluvias absolutamente tremendas, como no habíamos visto en mucho tiempo. Seis palabras con el mismo significado de las tres muy conocidas de 1941, en su alma mater, de Winston Churchill: “Nunca te rindas”.

Las catástrofes naturales no son evitables, pero el daño puede y debe ser menor si los y las gobernantes —lo que no sucedió en Huauchinango— escuchan la voz de la gente que sabe exactamente dónde se necesita pasar a la acción antes y después del cataclismo.

Claudia Sheinbaum escucha a la gente tras inundaciones