“Lo pequeño es hermoso y eficiente al mismo tiempo, ya que a menudo el tamaño incrementa la fragilidad”.

NASSIM NICHOLAS TALEB

Hay cuestiones que afectan directamente y de inmediato a la población. Algunas veces estamos tan acostumbrados a ellas que casi ya ni nos percatamos de su presencia; el tráfico para llegar a casa, las aceras encharcadas por la lluvia, la contaminación generada por una refinería… y un largo etcétera. Luego están otros males, igual de generalizados, pero que —por razones obvias— llaman más la atención: robos a plena luz del día, violaciones, asesinatos. Todos factores que no deberíamos sufrir, pero a los que estamos expuestos —cada vez en mayor medida— los mexicanos.

Encima, ‘el pueblo bueno’ (el que trabaja en la formalidad, por lo pronto) tiene que lidiar con trámites burocráticos que sacan de quicio a cualquiera; filas, papeles, más filas, sellos, tiempo perdido.

Y cuando ya ‘éramos muchos, parió la 4T’: los contribuyentes teniendo que tramitar en las oficinas del SAT un documento que el SAT ya posee, pero que el SAT requiere que patrones soliciten a empleados, para que estos lo pidan ante el SAT —mediante interminable fila—, para que este (el SAT) se los entregue en propia mano…

Una perfecta pérdida de tiempo, ánimo, dinero, productividad y la prueba —una vez más— de que el gobierno de la Regeneración Nacional siempre nos puede romper el corazón, la confianza y la paciencia demostrando, que si algo lo pueden empeorar, así será.

En lugar de utilizar las TI (tecnologías de información) con las cuales cuenta la autoridad y cuadrar toda esa información digital e internamente de manera rápida, modélica y expedita, prefirió hacerlo de tal forma que se lograra el rezago de todos y todo, y —claro— se favoreciera la corrupción y demás nefastas prácticas (no faltó quien, mediando sobre amarillo muy al estilo de un tal Pío, pidió acelerar el trámite). La especialidad de la casa.

Eso sí, la amenaza anticipada no podía faltar: si los contribuyentes no contaban con el CFDI versión 4 de la constancia de situación fiscal (mismo en eso la 4T logró recetarnos una cuarta), los empleadores no podrían timbrar recibos o facturas ni deducir la nómina. Un problema más que atender y ¡no cualquier problema!

Tras las copiosas críticas, las angustias, la saturación del sistema, el SAT aplazó la entrada en vigor de la factura 4 hasta el primero de enero de 2023. Eso sí, aprovechando el caos y la urgente necesidad de contar con el CFDI v4 creada, el Servicio de Administración Tributaria utilizó la amenaza (¡ah!, ¿qué sería de la Cuarta Transformación sin esa herramienta?) para reclamar a los contribuyentes sus adeudos atrasados en el pago de impuestos. Y si bien por ley el CFDI no se puede negar con motivo de impuestos retrasados, una parte de la población afectada se endeudó para pagar los mismos...

Tanto Raquel Buenrostro, jefa del SAT, como su cuatrotero equipo, ocasionaron un absoluto desmadre. Sí, ahora se desdicen al otorgar la prórroga, mas ello no soluciona el problema que ellos mismos han generado y que ha afectado al erario (que somos todos los contribuyentes).

Llama la atención que, siendo matemática (usualmente operan con un razonamiento lógico muy eficiente), Buenrostro lograra tal desaguisado en tiempo récord. Pareciera que el SAT —además de cobrar impuestos, que es su función primordial— tomó como misión el fastidiar a los que trabajamos en la formalidad y pagamos impuestos. El SAT pudo haber sido líder de la simplificación en el cumplimiento de las obligaciones fiscales, pero decidió convertir la misma en una maraña de patrañas.

Y mientras a los contribuyentes cumplidos cada día se nos asfixia un poco más, a las clientelas informales se les permite continuar operando sin pagar obligaciones. Dado que la necesidad de ingresos por parte del gobierno es infinita (más cuando se trata de la 4T y de que existen unos no pequeños caprichos presidenciales), al menos por ello podrían ver la manera de tornar a los trabajadores informales a la formalidad (¿cómo? ¿que las clientelas políticas paguen impuestos? ¡Sacrilegio!)

El absurdo de este régimen no termina ahí, faltaba más. Yendo un poco más allá (‘una vuelta más a la tuerca’, diría López Obrador), existe la morenista propuesta de que ahora los jubilados paguen impuestos (¡pero sí los que pagaron antes y por eso son jubilados!); mientras, los que reciben dinero de programas clientelares (también llamados ‘programas sociales’) están exentos de ello…

Quienes intentan defender la decisión del SAT anteriormente relatada sostienen que es obligación tener nuestra situación fiscal en orden. Y es cierto (yo en lo personal he cumplido). ¿Pero eso corre a contrapelo de que la autoridad instrumente formas fáciles y sencillas para realizar el trámite de actualización de la información solicitada? ¿No hay algo más asequible que el viacrucis organizado por la administración federal?

Las cosas como son: el SAT se vio rebasado (se habilitaron las instalaciones del SAT en sábados y ni así alcanzó el tiempo ni se dio abasto el sistema). Señal de que los contribuyentes quieren, desean, requieren, se ven obligados a cumplir, pero el esquema demostró —una vez más— que la honradez, así sea de un 100%, es insuficiente. Demasiada gente se ha visto afectada. Y el SAT y su absoluto desmadre con la  constancia fiscal continuará a partir de enero a menos que, sin hipotecar su honestidad, el SAT invierta más en eficiencia.