En la pesca, el campo, la construcción… La imagen es inquietante: herramientas y objetos listos para la faena, pero sin la presencia humana que les da sentido. En la pintura de Jorge Luis Pérez Quiroga, ese vacío se materializa en un par de guantes de hule suspendidos sobre una tina metálica llena de pescado. Vacíos. Huérfanos.
La escena, lejos de ser imaginada, ocurrió en la Nueva Viga de la Ciudad de México. Pérez Quiroga la presenció: dos trabajadores migrantes dejaron los guantes sobre el borde de la tina antes de descargar el pescado. El gesto era apenas un respiro en una jornada de trabajo, pero en el ojo del artista se transformó en metáfora: la ausencia física de las manos es la ausencia social de quienes realizan los trabajos más duros y menos reconocidos.
El guante es un objeto que guarda memoria, explica el autor. Retiene la forma de la mano que lo usó, el calor, el sudor. Cuando la mano no está, queda la huella, pero también queda la pregunta de dónde y por qué falta. En esta obra, esa pregunta se dirige de forma directa a la política migratoria de Estados Unidos, donde tantos trabajadores —provenientes de México, Centroamérica y más allá— son rechazados, invisibilizados o expulsados pese a sostener con su trabajo economías enteras.
La composición, trabajada con la mirada fotográfica que caracteriza la trayectoria de Pérez Quiroga, utiliza tonos metálicos y terrosos que evocan la humedad y el frío del mercado de pescados. El rojo marcado en los bordes de los guantes es la única nota de color fuerte: una herida abierta en un mar de grises. La perspectiva oblicua, como de cámara testigo, sitúa al espectador en el momento exacto en que los guantes quedaron inmóviles, obligando a imaginar el movimiento anterior y el que nunca llegó.
La obra formó parte de “Noches de Autor”, un encuentro multidisciplinario que hasta este domingo abrió las puertas de la Universidad de la Comunicación a artistas, músicos, escritores y cineastas contemporáneos. La exposición fue un éxito, reuniendo a público diverso y generando un diálogo fecundo entre propuestas visuales y narrativas. En ese contexto, la pintura dialogó con otras piezas que abordan la memoria, el territorio y la identidad, pero aquí el acento está en lo que falta: las manos, y con ellas, las historias de quienes las poseen.
El resultado es una imagen que trasciende la pesca y el mercado. Puede ser el campo sin campesinos, la obra en construcción sin albañiles, la cosecha sin jornaleros. Una imagen que, al despojarse de su protagonista humano, nos devuelve la evidencia de que ningún oficio existe sin las manos que lo sostienen.
La obra de Jorge Luis Pérez Quiroga permanece disponible para su adquisición, ofreciendo a quien la contemple no solo una pieza de arte contemporáneo, sino también un testimonio visual y político sobre la dignidad del trabajo migrante.
El mensaje es poderoso por el momento eclipsante que vivimos.
Periodistas que dejan plumas tiradas junto a periódicos manchados de sangre, megáfonos de activistas arrumbados en un estante mientras las manos que lo sostenían están vacías. Herramientas sin manos que construyan, hijos migrantes sin padres, jaulas que fragmentan familias, corrientes del río sin caravanas. Campos qué no son acariciados por manos recolectoras mientras hay guantes y gorros tirados. Todas las posibilidades que ya no son ni serán.
x: @ifridaita