29 de abril de 2024 | 11:23 p.m.

Comiendo en el Sonora Prime, Santa Fe

Puntos a favor: calidad de alimentos, cristalería, buen trato de meseros y sommelier. Puntos negativos: mesas demasiado juntas, sillas incómodas, videos musicales ruidosos.
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La pandemia de covid 19 nos obligó a dejar de frecuentar restaurantes. Las aplicaciones para servicio a domicilio de alimentos crecieron de forma exponencial, pero es un hecho que ya extrañábamos el acudir a estos espacios donde podemos degustar variados alimentos y bebidas. Bienvenido semáforo verde, no te alejes.

Hoy toca el turno del restaurante de cortes de carnes Sonora Prime, ubicado en Av. Santa Fe #428, Lomas de Santa Fe, Cuajimalpa CDMX. La experiencia, como debe ser, empieza tras cruzar su puerta principal. La hostess te recibe checando los datos de tu reservación y te da la bienvenida al son de la nueva normalidad: tomándote la temperatura, mientras otra chica te conduce a la mesa, en esta ocasión fue el espacio de la terraza.

Protocolos de rutina: una vez sentados, el mesero atento acerca el perchero para dejar las pertenencias, dando inicio la experiencia propiamente gastronómica. Lo que primero que ofrecen es algo de beber, tal vez del bar, mientras ponen totopos y frijoles maneados “para picar”.

Opté por probar el agua mineral de la casa, de nombre Ba´am de origen yaqui que significa “agua”; es ligeramente mineralizada, sin llegar a saturar con las burbujas el paladar, que son para mi gusto, pequeñas y muy disfrutables; la sirven en vaso old fashion con dos cubos de hielo y una rodaja de limón. Mi acompañante pidió la conocida agua francesa Perrier, servida de la misma manera que la mía.

Ya con la garganta fresca, escaneamos el código QR para ver la carta. Abrimos boca con una entrada “nueva” en su menú llamada “Tacos Light”, que consta de un trozo de aproximadamente 150 gramos de Rib Eye sazonado con salsa miso, que le da un gusto a comida tailandesa, con ajonjolí por encima y chile guajillo en pequeñas cantidades, acompañadas de hojas de lechuga romana baby que por encima traían cubitos de zanahoria y jícama, creando una sensación crocante, muy gustosa al plato.

Para acompañar la comida, nos decantamos por un vino riojano, un Ramón Bilbao Gran Reserva 2012; la sommelier del lugar fue muy amable al sugerir diferentes opciones para maridar, pero siendo sincera, la carta se antoja un poco limitada para el tipo de comida que ofrece el establecimiento, donde se desea ver más variedad de vinos, sobre todo tintos.

El seleccionado es un Tempranillo (90%), Graciano (5%) y Garnacha (5%). Ha pasado 30 meses en barricas de roble americano y 36 meses en botella; se nota tanto en nariz como en el paladar. De color granate, muy brillante, en nariz tiene un marcado olor a cuero, a frutos rojos, a ciruela negra, noté algo de aroma a vainilla y especias, como la nuez moscada y “al fondo” un poco de olor a café. En boca es un vino con agilidad superior a la que esperaría en un Gran Reserva, y aunque la acidez es tal vez un poco alta, sus taninos son redondos.

Para continuar, el mesero me ofreció la “Pesca Responsable”, explicando que se trata de una pesca sustentable que llega fresca desde el estado de Veracruz. A escoger, dos pescados “blancos” de temporada y uno “rojo” de nombre conejo. Lo hacen zarandeado o ahumado, eligiendo la última opción. Llegó acompañado de salsa a la dugléré (elaborada con elaborada con tomate, echalote, cebolla, perejil y velouté que es caldo con una mezcla de harina y grasa con la finalidad de espesar una salsa) con alcaparras y aceitunas, servida en corteza de árbol y acompañada de kale y espárragos asados.

Mi acompañante pidió un centro de lomo acompañado de unos esquites perfumados con epazote y su mayonesa, queso y chile de forma discreta que complementan bien la carne y un plato de aguacate. El lomo al llegar a la mesa, fue fileteado por el mesero, tras la autorización del comensal, dejando cortes de aproximadamente 2 centímetros de grosor que permitía disfrutar el color de la carne, perfectamente sellada por fuera, pero jugosa por dentro.

Después nos ofrecieron los postres, con aproximadamente seis opciones. Para cerrar la comida nada mejor que algo entre ligero y dulce, por lo que pedimos la “tarta de plátano” elaborada con queso mascarpone, plátano, cardamomo y dulce de leche, que más bien tenía un sabor más marcado hacia la cajeta de leche de cabra que a la del dulce de leche tradicional que es elaborada con leche de vaca.

Mientras lo esperábamos, nos ofrecieron café. No era momento de saturar más la percepción del paladar, por lo que la mejor idea fueron dos americanos, de buen sabor, pero con la mala suerte de que mi taza quedó demasiado llena. De cortesía nos llevaron dos “brownies” de chocolate con su azúcar glass por encima espolvoreada, en unos coquetos sartenes miniatura de cerámica negra.

Una vajilla, que oscilaba entre el negro y el blanco, y la cubertería de acero inoxidable. Aquí vale la pena hacer un alto y resaltar que las copas en las que el Sonora Prime de Santa Fe sirve el vino son de la casa Riedel, de las mejores casas con 265 años de existencia, que nos remonta a 1756, ubicada en el norte de Bohemia, en la República Checa. Lástima que su carta de vinos sea tan limitada, teniendo tan buena cristalería.

En este punto el mesero ya estaba un poco distraído, y tardó un poco en traer el postre. Pedimos la cuenta y salimos del lugar.

Puntos a favor: la calidad de los alimentos; lo interesante que tengan su propia agua mineral; sin lugar a dudas su cristalería, y el buen trato de los meseros; la sommelier muy educada; el acceso a los servicios sanitarios, muy limpios.

Puntos negativos: las mesas están demasiado juntas, el mobiliario, si bien tiene que ser aguantador, las sillas resultan incómodas después de un rato. La obsesión de poner mega pantallas con videos musicales y la música a un nivel en el cual está uno a punto de gritar para que tu comensal pueda escucharte. Resultando un poco aturdidor. Seguramente no soy su objetivo como cliente, pero si vas a comer carne así, nada mejor que escuchar o música clásica o tango argentino, sea clásico como Carlos Gardel o moderno como Astor Piazzola, pero el hip hop definitivamente no le va al lugar, digo yo. Entre semana el ambiente es más enfocados a hombres y mujeres de negocios, los fines de semana son con un ambiente más familiar.

Definitivamente muy recomendable para una comida o una cena y pasar un muy buen rato. Calificación un 8.5.

Mi nombre es Cat Soumeillera, siganme en mis redes sociales para más reseñas gastronómicas, en Instagram @cat_soumeillera y en Twitter me encuentras como @CSoumeillera y ¡bon appétit!