Han pasado más de seis semanas de campaña y el juego, como se esperaba, sigue su lógica. Hablo, desde luego, del paso imponente de Claudia en la carrera presidencial. De hecho, Sheinbaum nos ha dado una demostración de lo preparada que está para encarar una contienda de esta naturaleza y, por supuesto, para superar toda presión que se genera. Su capacidad política, entre muchas cualidades más, está marcando un precedente importante para llegar de la mejor forma a suceder a López Obrador en Palacio Nacional. Y cómo no —si desde cualquier perspectiva que queramos analizar este ejercicio— la candidata del lopezobradorismo comenzó con el pie derecho.

Claudia Sheinbaum, en lo que va del proceso, ha demostrado tener el control de una campaña que, con el paso de los días, se va fortaleciendo más y más. Domina la narrativa con mucha elocuencia; tiene dominio claro de los temas con una fluidez de conocimiento, eso sí, respondiendo claramente a cualquier pregunta que se genera en la opinión pública. Asimismo, cada uno de los ejes que ha puesto sobre la mesa son claros y, por ende, son propuestas que fortalecerán las políticas de la 4T. A su vez, le ha ayudado mucho apoyarse de un equipo multidisciplinario que, además de la experiencia, demuestra estar a la altura de los grandes retos que significa continuar la esencia de una plataforma de nación que ha revolucionado el desarrollo social.

No hay ninguna duda: Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta constitucional de México. Sé que esa concepción les irrita en la oposición que, día con día, van perdiendo más credibilidad y simpatía en los sectores sociales. El error más grande de los partidos conservadores fue, evidentemente, haber incluido a Xóchitl Gálvez en una posición para la que, en definitiva, no cumple con ninguna de las cualidades que se necesitan para competir. Vemos, por ejemplo, el espiral de errores e improvisaciones que ha llevado a cabo cuando se dirige al público. No sabe, está comprobado, hilar una idea o juicio de un tema fundamental. En lo que respecta a su personalidad, su risa sarcástica y la lingüística que ha ido adoptando no le han funcionado tampoco. De hecho, nunca ha procurado mensurarse ni como una simple estrategia de campaña. Definitivamente, el léxico no le favorece en lo absoluto.

En lo político, por ejemplo, Xóchitl Gálvez, aunque lo niegue, ha deslizado o ha dejado entrever que la privatización es una alternativa para su gobierno. No lo ha querido reconocer públicamente, pero es una realidad que ella, como el Frente Amplio por México, llevan la consigna de desaparecer los programas sociales. Su ideólogo, Vicente Fox —que por cierto ya no asoma ni las narices— lo gritó a los cuatro vientos cuando llamó huevones a los adultos mayores. Las evidencias o videos que circulan muestran claramente cómo ha ido esbozando las ideas conservadoras que son parte patológica del PAN. Y qué explicación puede dar si, ante los ojos de todo el mundo, llamó “muy wey” a quienes no tienen una vivienda a los 60 años. Esa es la visión clasista de la derecha que —a lo largo de la historia— hemos padecido con ellos.

Y qué decir del nivel del debate que, de igual forma, no dimensionó lo que se estaba jugando. Pero no podemos exigir más ante las limitantes. De hecho, a Gálvez se le notó molesta e intranquila. De nada sirvió tanta insistencia, sí, al final de cuentas, fue un rotundo fracaso. Eso mismo lo veremos en los próximos debates. De verdad, no esperamos más de la candidata del Frente Amplio por México. El hecho de aludir o de expresarse, como en su momento lo hizo Vicente Fox, no significa que cautivará a la población civil, mucho menos con el desdén que les hizo a los adultos mayores al menospreciar su trabajo.

Eso de la irrupción de Xóchitl, definitivamente, fue una estrategia de los grupos conservadores y, por supuesto, de algunos comunicadores que son, está claro, detractores del presidente Obrador.

Jorge Máynez, con lo poco que ha figurado en los reflectores de la clase política, ha mostrado más nivel que Xóchitl. Eso, en definitiva, es algo que debe preocuparles en el cuarto de guerra del Frente Amplio por México. Movimiento Ciudadano, con ese ritmo que ha tomado, se perfila para llevarse el segundo lugar en la carrera presidencial, pues Gálvez, en una reflexión muy crítica, ha sido un fracaso total. No tiene el nivel de un perfil presidencial, así de sencillo. Para estar en ese universo político-electoral, se necesita mucho más que sagacidad y habilidad. Hablo de conocimiento y dominio de los temas y, lo más importante, amor y empatía con todos los sectores sociales.

Desde el momento que Xóchitl desdeña el trabajo de los adultos mayores, no solamente se ganó la crítica, sino que perdió el voto de muchos sectores sociales. Es simple: el verdugo de la campaña de Gálvez es ella misma. Caso contrario, Claudia Sheinbaum, con una campaña de altura, muestra capacidad y preparación. Por supuesto, los tropiezos de Xóchitl abonan para que Morena siga creciendo en las encuestas. Eso va de la mano. Sin embargo, Morena está en la cima porque ha sido mérito de Claudia y del primer círculo que rodea a la candidata. Eso, de igual forma, ha dependido del respaldo irrestricto del pueblo de México, y de los millones de mexicanos que estamos del lado correcto de la historia.

Por ello: Claudia será presidenta; Máynez, segundo lugar; Xóchitl un fiasco.