Así como Claudia Sheinbaum ha ido delineando los ejes de lo que será su gobierno, una vez que llegue a Palacio Nacional, los candidatos a la gubernatura, en las nueve entidades federativas, están haciendo lo propio. En virtud de ello, los abanderados de la coalición de izquierda, en su gran mayoría, están construyendo las directrices de su plataforma institucional. Algunos, incluso, lo hacen con las mismas propuestas que nacen de la sociedad civil, lo que, evidentemente, hará más efectivo el proyecto que nace de las propias bases de la militancia y población en general. De hecho, hay avances sustanciales en temas que, en definitiva, son prioridades para seguir profundizando las políticas públicas. Para que eso suceda, claro está, debe existir una disposición clara de quienes serán, en unos meses más, los futuros mandatarios estatales donde habrá relevo del ejecutivo.

Morena, como sabemos, ganará 7 u 8 gubernaturas de las 9 que estarán en juego. Efectivamente, no todas tienen o viven el mismo momento inmejorable que, desde luego, han fundamentado las encuestas de opinión pública. Algunas contiendas, por ejemplo, se ganarán con mayor margen que otras. Con ese mismo efecto —se ha mostrado claramente— caminan puntos estratégicos como Tabasco, Veracruz, Ciudad de México, Morelos, Jalisco, Puebla y Chiapas. Vemos que, en cada una de ellas, la distancia que ha tomado el lopezobradorismo ha permitido, a la par, ir construyendo el programa de gobierno. De hecho, es importante que vayamos deteniéndonos un poco en ese tema por la importancia que han cobrado las acciones que los candidatos han puesto sobre la mesa.

Con ese compromiso, queda claro, estos últimos días han ido transcurriendo las campañas. Inclusive, me ha gustado el esquema que ha propuesto Clara Brugada para seguir innovando en la Ciudad de México. Recordemos que, desde hace muchos años, la capital del país ha ido adentrándose al universo vanguardista tanto en movilidad, como en la capacidad para estructurar un programa que, de manera clara, ha ido apuntalando la educación, la salud y la infraestructura. No se diga la seguridad, la ciencia y la cultura. Es muy evidente que, en esa dirección, Brugada ha ido encaminando las bases de su proyecto de gobierno, garantizando la construcción del segundo piso de la 4T.

Ha hecho bien la abanderada de la coalición Seguimos Haciendo Historia en impulsar esa agenda que, desde cualquier perspectiva, impulsa una contribución activa de los servicios públicos.

Otro de los abanderados de Morena que ha ido planteando acciones para llevar a cabo, es el candidato de Chiapas, Eduardo Ramírez. Partiendo de la premisa de que todavía se sienten los efectos colaterales de los gobiernos neoliberales, la inseguridad es uno de los grandes retos en esta elección democrática que viviremos. Es más, es una demanda que ha hecho el pueblo chiapaneco. De hecho, me llama poderosamente la atención los mecanismos que plantea Ramírez para que la cultura de paz comience a cimentar sus bases una vez que el movimiento triunfe en el sur del país. La pacificación, por ejemplo, es uno de los rubros más importantes del proyecto de gobierno que, desde ahora, se construye como parte de la agenda de la próxima gestión. Inclusive, una decisión atinada será, tal y como se ha ido adelantando, la utilización de más programas sociales que sirvan como motor de impulso para restablecer el tejido social.

La importancia de ir adelantando parte del programa de gobierno tiene un gran significado, sobre todo porque genera un clima de confianza. Recordemos que la eficiencia de algunos estados —en materia de seguridad— radica en la colaboración con todos los órdenes institucionales. Eso ha sido favorable, incluso para bajar los índices de inseguridad. En ese sentido, esa es la apuesta de Eduardo Ramírez para ir apuntalando la pacificación de Chiapas en el momento que sea gobernador. Desde luego, esa estrategia va acompañada de políticas públicas. Hablamos de la educación, como uno de los instrumentos coadyuvantes para erradicar la violencia. Ayer, de hecho, cité el caso de Zacatecas, y el funcionamiento eficaz que ha tenido la puesta en marcha de una mesa de seguridad que, en definitiva, es una palanca de impulso para la pacificación. Desde ese punto de vista, el gobernador de la entidad enclavada en el norte del país ha sabido aprovechar la cooperación de la federación que, naturalmente, ha contribuido para regresar la confianza de la población civil.

Para que eso suceda en las entidades que mencionamos, la participación social será, por tanto, uno de los motores para ir alcanzando los objetivos planteados en los respectivos programas de gobierno de los candidatos. Uno de ellos promover la cultura de la paz, algo que es necesario, especialmente en los tiempos que vivimos.

La decisión, en la mayoría de las entidades, está prácticamente tomada. Morena ganará la presidencia de la república y una gran proporción de estados que, a su vez, tendrán relevo institucional. Mientras eso sucede, es un buen momento para ir proyectando las bases de un gobierno progresista que, mediante el manejo de políticas públicas, haga posible que la pacificación avance por el camino correcto.