Fueron las morras: las que rompieron el silencio, las que denunciaron ante el ITAM, las que hablaron ante medios, las panameñas que respaldaron a las mexicanas, las periodistas comunicadas y la feminista que ocupa la Cancillería de Panamá.

Erika Mouynes es el nombre de la feminista canciller de Panamá que rechazó la propuesta de Pedro Salmerón después de recibir las firmas de once organizaciones feministas de su país que solicitaron al gobierno del presidente Laurentino Cortizo no ignorar los “múltiples señalamientos por acoso y hostigamiento sexual”.

Lo hizo con corrección política y sin exhibir la insistencia del gobierno mexicano que defendió a Pedro Salmerón después de considerar que no había pruebas suficientes como para retirar la propuesta. Hoy se anuncia, en paralelo, una carta en la que el historiador decide apartarse de la disputa para no afectar a la 4T.

Quien diga que el feminismo no sirve o se ha agotado, está perdido. No hubo necesidad de rayar paredes ni de abarrotar Palacio Nacional pues en un país donde las mujeres también luchan la revolución propia de nuestro sexo, hubo una funcionaria que privilegió a las víctimas y ante la menor duda, sin pedir sentencias o eso que llaman “denuncias formales”, se colocó del lado de universitarias que no conoce pero cuyos testimonios ha leído.

Dudo que durante estos últimos años hayamos visto un acto de sororidad más determinante: una canciller colocando un freno a las designaciones cuestionadas de México. Una mujer que decide hacer lo que se encuentra dentro de sus competencias para no dotar de poder a un hombre denunciado por acoso sexual. Una panameña que blindó, tal vez sin saber, a las mujeres de su país y que además envió un poderoso mensaje: Alguien te va a creer y será mejor que haya más mujeres feministas en lugares de poder para que las voces de las víctimas dejen de ser ignoradas hasta la muerte, como sucede en México.

Fueron las morras

La revolución latina más profunda y transformadora es la del feminismo. Sin las mareas verdes y sin las calles abarrotadas de morado no habríamos logrado que hoy, en cada sitio donde hay una feminista, existe una semilla de poder. Un poder que rechaza embajadores y que impide la llegada de gobernadores con antecedentes de violencias contra las mujeres.

Cuando las víctimas iniciaron procesos para denunciar acoso sexual ante autoridades del ITAM hubo algo similar: antes de que existiera una resolución académica, Salmerón presentaba su carta de renuncia dejando el semestre a medio curso. Hoy se da a conocer la otra carta más importante de su vida, esa con la que rechaza el cargo de embajador a la par de la tensión diplomática por el respaldo que el presidente de Panamá le dio a su equipo, la canciller feminista -que tampoco parece ser de la gracia López Obrador-.

Pedro Salmerón ahora será asesor presidencial y los cariños del presidente así como la admiración que tiene por las investigaciones de la caída de Tenochtitlan se quedan con él. López Obrador, al igual que en el caso de Salgado Macedonio y las múltiples renuncias que ha aceptado de las mujeres de la 4T, muestra su divorcio con el feminismo y se queda con el resabio de que las mujeres son su Talón de Aquiles.

Hay política feminista y para las compañeras mexicanas, que mayor consuelo el tener hermanas en otros países que no van a dudar en la palabra de las víctimas. Más cuando ser mujer en México implica cargar con el desdén diario de las causas, el desprecio institucional y el abandono de la justicia.

Ojalá que el presidente le aprenda a su homónimo el respaldar a las mujeres de su gabinete y creerle a las que, al igual que los pobres, han sido maltratadas por el neoliberalismo y la justicia mercenaria, patriarcal.

Por cierto. No es casualidad que la nueva propuesta sea Jesusa Rodríguez, activista feminista, actriz, lesbiana, indigenista y muy valiente a la hora de acompañar a otras mujeres. La canciller Mouynes seguramente dejó muy claro que en su país, solo se da la bienvenida a diplomáticos intachables.

Frida Gómez en Twitter: @FridaFerminita