Las mañaneras del presidente López Obrador siguen logrando su objetivo principal, poner la agenda pública nacional. Al son de lo que el mandatario canta, se mueven las notas y el debate todos los días; así ha sido durante todo su sexenio, y pareciera que así seguirá siendo hasta que el mismo concluya.

Sin embargo, no todo es positivo, a pesar de que el debate se centra en los temas y afirmaciones que el presidente de México hace cada mañana, no siempre la opinión pública termina favoreciéndole; al contrario, hay veces que desde ese mismo púlpito, él o los suyos, se ha metido en problemas y confrontaciones sin sentido aparente, que terminan por mermarles puntos en su aprobación como gobierno.

Antier en su columna, el director de SDPNoticias Federico Arreola opinaba en su columna: “Lo único feo, feísimo, de que AMLO pronostique la quiebra de El Universal y Reforma” , más allá de los posibles escenarios sobre este tema, Federico lamentó que este tema hubiera sido provocado por una pregunta del infame Carlos Pozos, conocido en redes sociales como Lord Molécula, a quien se refirió como un pobre diablo, un payaso quien con su sola presencia, le quita seriedad a las conferencias de prensa de cada mañana.

Y es cierto, es lamentable que el presidente López Obrador no se haya dado cuenta del lastre que le representan ciertos personajes que, cobijados por Jesús Ramírez, su coordinador de comunicación social, son unas rémoras de la popularidad del mandatario. Nadan pegados a él, sin aportarle absolutamente nada positivo, solo cumpliendo el guión de Ramírez a quien sus complejos y poca visión, lo han dejado totalmente rebasado ante la encomienda que le tocó dentro de este gobierno.

Ramírez Cuevas ha aprovechado las oportunidades circunstanciales que le han tocado (como la caída de César Yáñez), para posicionarse como uno de los hombres de mayor influencia dentro del círculo cercano al presidente; aislándolo por momentos de la realidad, y abonando a una división y encono que a la larga, ha terminando desgastando de más a su jefe.

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Es así como las mañaneras a su cargo, se han ido pareciendo cada vez más a uno de esos shows baratos producidos por Federico Wilkins. Con secciones que le restan seriedad al gobierno, pero que entretienen; con el bloqueo de periodistas y medios más plurales, y con la creación de un séquito de pobres diablos que antes de él no eran nada, y después de él tampoco lo serán.

Estos personajes que ridiculizan el debate, que le restan seriedad al ejercicio informativo, que ni leer saben, pero que cada mañana transmiten los mensajes que les dictan desde las oficinas del coordinador para que el presidente responda. Cada participación, cada pregunta y comentario, llevan el sello de los complejos de Ramírez Cuevas. Desde Lord Molécula hasta el pirata, Paul Velázquez o el Chapucero, todos, con el perfil idóneo para servir los intereses del coordinador: serviles, dispensables, vulgares y soeces.

Dispuestos a entregar la pizca de dignidad que tienen, a cambio de la simpatía y preferencias de su jefe.

Que falta le hace a López Obrador una persona que le aporte un punto de vista diferente, que aunque no decida, si tenga la lealtad institucional para sugerirle o proponerle agendas y soluciones que le abonen y no le cuesten; que le sume simpatías, y no que se cuelgue de las que ya tiene (que de por sí por el mismo desgaste que implica ser gobierno, irán reduciéndose). Hoy en la mediocridad y comodidad que les gusta, Jesús Ramírez Cuevas y sus pobres diablos, se han adueñado del show matutino y han impuesto una línea de confrontación total con todos aquellos que cuestionan su ideología, y han convertido un ejercicio que pudiera ser muy productivo, en un grotesco show televisivo que es pura farsa y entretenimiento.

Ojalá el presidente se de cuenta de cuanto le esta costando mantener a estos pobres diablos.