En Hidalgo, la emergencia provocada por la vaguada monzónica dejó un escenario complejo que va mucho más allá de los daños visibles. Las lluvias torrenciales no solo afectaron infraestructura y viviendas, también interrumpieron caminos rurales, aislaron comunidades completas y pusieron a prueba la capacidad de respuesta del gobierno en todos sus niveles. La reconstrucción avanza, pero con un nivel de dificultad que obliga a una coordinación permanente entre autoridades federales, estatales y municipales.

El más reciente balance oficial detalla que de los 309 caminos bloqueados, 203 han sido abiertos total o parcialmente, un avance que ha permitido restablecer el tránsito hacia zonas donde, durante días, no era posible acceder ni por tierra ni por aire. La reapertura de rutas ha sido clave para la entrega de 87,013 despensas, la realización de 287 vuelos de abastecimiento y el despliegue de 7,129 elementos apoyados por 205 maquinarias en trabajos de limpieza, retiro de escombros y rehabilitación de infraestructura básica.

Durante la visita a Huehuetla y Tianguistengo, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el gobernador Julio Menchaca Salazar revisaron los avances del operativo y supervisaron el censo de damnificados, que busca registrar las afectaciones en vivienda, caminos y servicios básicos para definir la asignación de recursos en la siguiente etapa.

Las autoridades reconocen que la emergencia no ha terminado y que la reconstrucción será un proceso largo y complejo, especialmente en regiones donde la topografía, el clima y la dispersión poblacional dificultan las labores de recuperación.

Más allá de las cifras, el operativo en Hidalgo expone una realidad que el país enfrenta de manera recurrente: la fragilidad de la infraestructura rural ante fenómenos climáticos cada vez más extremos. La magnitud del despliegue -con miles de elementos en campo y maquinaria pesada en operación continua- revela que el reto no solo es reparar, sino replantear la estrategia de prevención y planeación territorial. En este punto, el gobierno estatal enfrenta una doble tarea, que es responder a la urgencia inmediata y, al mismo tiempo, sentar las bases de una reconstrucción mucho más segura.

Mientras tanto, las comunidades afectadas siguen a la espera de una recuperación total. En algunos casos, la reapertura de caminos ha permitido el regreso paulatino de actividades agrícolas y comerciales; en otros, el acceso sigue limitado, y la ayuda llega por aire o con maquinaria. El censo de damnificados, aún en curso, será clave para identificar dónde concentrar los recursos en la fase de reconstrucción.