En medio del escándalo provocado por la reciente decisión de la Suprema Corte de invalidar la primera parte del malogrado Plan B de la reforma electoral, el Estado mexicano, léase, el gobierno federal bajo AMLO y sus camarilla, ha iniciado una perversa campaña mediática dirigida a destruir el sistema de poderes, y con ello, socavar la democracia mexicana.

AMLO no cree en la democracia. Para ello, en su voluntad de minar a los contrapesos, utiliza los recursos del Estado para denostar a la oposición, y ahora, al Poder Judicial.

La camarilla de la 4T se supera a sí misma. Pareciera que a AMLO no le bastan las mañaneras y los propagandistas como Epigmenio Ibarra y toda la pléyade de correligionarios que no cejan en su empeño de llenar las redes de mentiras y medias verdades dirigidas a tergiversar la realidad y hacer creer a los mexicanos que la Corte no actuó de acuerdo con sus obligaciones, y que simplemente -AMLO dixit- protegen los intereses de unos cuantos.

En los últimos días, el canal 11, propiedad del Estado y financiado con recursos públicos, concretamente bajo la dirección del Instituto Politécnico Nacional, ha reproducido los ataques contra los ministros de la Corte. A través del sistema de radiodifusión y las redes sociales, el canal presentó una imagen de los once ministros bajo el titular “Los 40 insultantes privilegios de los ministros de la SCJN”.

Con ello, el Estado mexicano, a la usanza de la maquinaria nazi bajo el mando del siniestro Joseph Goebbels, ataca cobardemente al poder de la Unión cuya responsabilidad es velar por la defensa de la legalidad constitucional en contra de los abusos autoritarios del nefasto presidente y de la voraz mayoría en el Congreso. Y ello, huelga señalar, como respuesta a una decisión del tribunal que no agradó al mesías tropical plácidamente instalando en el palacio virreinal.

No hay duda de que la democracia mexicana vive sus peores momentos. Mientras un presidente autoritario no escatima recursos para denostar a los contrapesos, el aparato del Estado mexicano, incluido la servil mayoría morenista, continúa lanzando dardos envenenados con el objetivo de destruir a las instituciones. Afortunadamente, México cuenta con nueve valientes ministros dispuestos a plantar cara a un reyezuelo cuyas aspiraciones dictatoriales evocan los peores ejemplos del populismo latinoamericano.

En adelante, el deber de todos será evitar en las urnas la victoria de la impresentable Delfina en el Estado de México, y luego, en 2024, acudir masivamente a las casillas de votación para demostrar, al igual que en 2021, que la mayoría de los mexicanos se rehúsa a entregar al país a una camarilla de oportunistas, y menos aun, a un solo hombre.