Ezequiel, profeta hebreo del Antiguo Testamento, dijo: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo”.
Tales palabras son todavía más aplicables a una relación de parentesco bastante lejana, la que se da entre un tío y sus sobrinos políticos.
Es el caso del almirante Rafael Ojeda, quien fuera secretario de Marina en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Cayeron en conductas delictivas los sobrinos de la esposa del almirante Ojeda —uno de ellos, vicealmirante, Manuel Roberto Farías Laguna, ya arrestado; el otro, su hermano Fernando, contralmirante, a quien persiguen la Fiscalía General de la República, de Alejandro Gertz Manero, y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de Omar García Harfuch—.
Ha sido muy valiente el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum al lanzarse contra tales personas, acusadas del gravísimo delito del huachicol fiscal.
Gente ciento por ciento honesta, muy bien informada y digna de la mayor credibilidad me dice que está fuera de toda duda la honestidad del almirante Ojeda.
Quienes conocen a Ojeda y han colaborado con él lo describen como un extraordinario ser humano que se entregó el pasado sexenio a tareas relacionadas con la seguridad pública que demuestran dos hechos: el primero, su probidad y profesionalismo; el segundo, que no solo no tuvo nada que ver con los abusos de los sobrinos de su esposa, sino que dejó preparado el terreno para que se les investigara. Inclusive el almirante Rafael Ojeda terminó separado de su compañera, seguramente cuando advirtió lo que hacían los hermanos Farías Laguna.
El hecho es que va en serio el combate a la corrupción que tanto fortaleció al crimen organizado en los gobiernos del PRI y del PAN. Los éxitos de hoy se deben a la eficacia y al compromiso de quienes participan en la administración de la presidenta Sheinbaum, pero nada de lo positivo que ahora vemos en el tema de acabar con la delincuencia sería explicable sin el trabajo de gente, como el almirante Ojeda, que el pasado sexenio puso las bases para ya pacificar a nuestro país, tan ensangrentado desde que en 2006 se declaró la absurda guerra contra el narco solo para intentar que se olvidara el fraude electoral de Felipe Calderón y Vicente Fox contra AMLO.