“El que vuela alto corre el riesgo de estrellarse.”
Friedrich Nietzsche
“¿Qué necesidad de volar tan alto, si igual iban a caer?”
Parafraseando a Juan Gabriel
En términos futboleros (por aquello del Mundial 2026): ¡qué goliza! En términos económicos: ¡qué caro nos salieron —y nos siguen saliendo— los caprichos presidenciales! En términos aeronáuticos: ¡en ruta de colisión! En términos prácticos: ¡santa madriza!
El golpe vino directo del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT), cuyo secretario, Sean Duffy, anunció la cancelación de 13 rutas entre México y EU operadas por Aeroméxico, Volaris y VivaAerobus, todas desde el AIFA. Pero hay más turbulencia: también se congeló cualquier incremento de vuelos desde el Valle de México hacia territorio estadounidense.
¿La causa? México violó el acuerdo bilateral de aviación firmado en 2015, en especial al trasladar de manera forzosa vuelos del AICM al AIFA, una ocurrencia de López Obrador. Duffy fue claro: se trata de un “continuo abuso del Acuerdo bilateral de aerotransporte por parte del gobierno mexicano”. En buen español: hartazgo del vecino del norte ante la chapucería del sur.
Claro, a los morenistas con visa cancelada (ya van más de 50) la noticia ni los despeina; total, no pueden pisar suelo estadounidense. Pero para millones de viajeros mexicanos y extranjeros que sí vuelan o conectan vía EU, esto es una cachetada con turbulencia incluida.
El DOT explicó que lleva tres años documentando violaciones de México al tratado, como la cancelación de “slots” a aerolíneas estadounidenses para inflar al AIFA a fuerza de decreto. También recordó que México no cumplió con las obras prometidas para reducir la saturación del AICM. Y como colofón, advirtió que si no se restablecen las condiciones originales, habrá más sanciones. Traducido al castellano de la 4T: “Si siguen jugando al aeropuerto del pueblo, se quedarán volando solos”.
El daño económico aún no se cuantifica, pero con el Mundial 2026 cerca, el golpe será monumental. Se esfumará una tajada de oro del turismo internacional. Todo por la soberbia de un hombre que creyó que destruir Texcoco era sinónimo de patriotismo.
Porque esta crisis aérea no fue accidente, sino la consecuencia natural de la prepotencia lopezobradorista: cancelar el aeropuerto que volaba para inaugurar el que solo despega en PowerPoint. Y ni allí…
Y no, no se vale culpar a la “herencia maldita”. Sheinbaum pudo haber corregido. Pudo devolver los “slots” y cumplir el tratado. Pero decidió continuar la simulación, convencida de que la propaganda puede más que la realidad. Hoy, los viajeros internacionales pagamos la factura de la demagogia de ayer y de la necedad del “segundo piso” de la transformación.
Mientras tanto, el Departamento de Transporte señala los incumplimientos y la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), junto con la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), siguen sin decir ni pío. Tal vez estén ocupados organizando otra ceremonia para celebrar el “éxito” del AIFA.
¿Cuántos vuelos le quedan al aeropuerto presidencial? ¿Cuántas mentiras más antes del impacto? Todo indica que la aviación mexicana va directo al suelo… y sin tren de aterrizaje.
Giro de la Perinola
(1) La senadora Andrea Chávez, siempre entusiasta del Photoshop verbal, presume que 4.6 millones de pasajeros usaron el AIFA de enero a agosto. Haciendo cuentas, eso equivale a 18,930 pasajeros diarios. Ni en los sueños del general Felipe Ángeles.
Un Airbus A321 transporta unos 250 pasajeros. Se necesitarían 76 vuelos diarios llenos para alcanzar la cifra. El AIFA no los tiene ni sumando fantasmas. Pero bueno, en la 4T si los números no cuadran, se redondean al gusto.
Para comparar: el AICM mueve 90,000 pasajeros diarios (21.8 millones en el mismo periodo). El Aeropuerto de Cancún, 20.4 millones. Hasta la TAPO, con todo y sus autobuses, transportó 10.5 millones de personas. Y el Metro de la Ciudad de México, 3.5 millones al día.
Así que no, el AIFA no despega. Ni en cifras, ni en credibilidad. Es el aeropuerto del pueblo… pero sin el pueblo. Un símbolo perfecto del obradorato: caro, vacío y lleno de aire.
(2) México no está en ruta de ascenso. Está en vuelo rasante rumbo al suelo, y desde la cabina, los pilotos siguen anunciando con entusiasmo: “Señores pasajeros, estamos haciendo historia”.
AIFA: el único aeropuerto donde los vuelos son imaginarios, pero los costos, bien reales.



