Alejandro Algara (1928-2020) cumple más que cabalmente con los criterios históricos, contextuales y estéticos que se han establecido en este espacio para hablar de cantantes entre los años 30’s y 60’s del siglo XX mexicano. Obtuvo entrenamiento clásico al ser alumno del maestro José Pierson, desarrolló su carrera en discos, giras, radio, revista musical, algo de cine y sobre todo en la televisión, participó del espíritu de época al cantar en un estilo que viene precisamente del entrenamiento académico pero empleado en canciones populares de aquel momento que hoy son, con frecuencia, parte de la práctica académica de conservatorios y escuelas de música. Se le considera junto al grupo de tenores de ese tiempo y en ese estilo: Mojica, Ortiz Tirado, Arvizu, Vargas, Rodríguez, Urcelay, Mesta Chaires, Salinas,… Y sin embargo, conforme a esos criterios, al hacerse una comparación, parece no sostenerse a la par.
Y en realidad, estuvo cerca de una sólida formación vocal, tal cual registra Gabriel Pareyon en su Diccionario Enciclopédico de Música en México (2007), pues habría cantado al principio incluso arias de ópera: “Estudió con Alfonso Mendoza, Noé Quintero y José E. Pierson. Se inició profesionalmente en 1948, ejecutando arias y canciones italianas y canciones tradicionales mexicanas”. Pero ya en 1954 fue llamado por Agustín Lara, a quien conocía desde niño. Como principiante, tuvo que compartir en segundo término el escenario de El Capri con Pedro Vargas. “Me ayudó mucho al comienzo de mi carrera… Estuve con él desde 1954 hasta 1965, que en realidad fue el año de su última actuación”, testimonia Algara en Reencuentro con lo sentimental (1980). Donde por cierto, cuenta una anécdota muy graciosa sobre el dictador español: “Agustín se hablaba de tú con gente de importancia. Cuando fue a España, antes de la recepción oficial le dijeron que a Francisco Franco sólo debía llamarlo ‘Su Excelencia’ o ‘Generalísimo”. Una vez en la reunión, ante el estupor de los presentes, Lara le estrechó la mano al tiempo que le decía: ‘¿Cómo está usted, don Paco?’”.
Alejandro Algara es más conocido por ser “el último intérprete de Agustín Lara”, como señalan sus admiradores, que por el total de su trayectoria, que algunos consideran no ha sido bien reconocida ni valorada en México. Esto no tiene que ver o no sólo tiene que ver con el hecho de que se fue a vivir a Estados Unidos, regresando al comparativo con los otros tenores de su línea citados arriba (de quienes ya se ha hablado en este espacio), Algara no persistió en su aproximación más “clásica” al canto. Habiendo alcanzado un buen falsete, una mezcla dominada del paso de su voz ligera al agudo, abusó de la facilidad que permite el uso excesivo del micrófono, abandonó el compromiso orgánico del canto. Entonces, todo lo interpreta muy semejante, ya se trate de la llamada “Suite española” de Lara, algún bolero o cualquier otra canción. En estas piezas se aproxima muy bien al “crooner”, e incluso al pop. Y no es que esté mal, es su elección, su estilo personal.
A partir de sus características y su afición por cantantes con quienes compartió escena como Gilbert Becaud, Charles Aznavour, Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. (registro en “Una voz… un recuerdo... Alejandro Algara”; del sitio Música sin final), su perfil daba para llegar a ser uno de los mejores “crooners” de México: un estilo suave, sin alardes vocales, ligero y con susurros…
Pero no le fue nada mal como protegido de Agustín de quien devino amigo y último intérprete, entre tantos que tuvo “El Flaco”; esta identificación de privilegio marcó su carrera. En su testimonio sobre Lara, procura definir su perfil: “Era un hombre que no sabía dónde terminaba la fantasía y dónde comenzaba la realidad. Era temperamental y a veces neurótico. Creo que nunca encontró el amor y la felicidad. Estaba dotado de un gran ingenio y sentido del humor; personalidad avasalladora y de increíble carisma: brillaba o era sombra. En verdad fue más grande de lo que él mismo creyó… Con el tiempo su figura se agiganta. Pienso que va a perdurar para siempre”.
Lara tuvo no pocos amores, o relaciones con mujeres, como quiera decirse. La principal, con María Félix, que también tuvo más de un amor o relación. Estuvieron casados entre 1945 y 1947, tiempo en que “El músico poeta”, “El flaco de oro”, le compuso “María Bonita”. ¿Celos, infidelidades, intereses? El caso es que volvieron a encontrarse al menos en 1964, en un programa dedicado a Lara por el Telesistema Mexicano. Y afortunadamente, han quedado cuatro videos en que María conversa con Algara, quien interpreta cuatro canciones de Agustín, como si este le cantar a su ex “Doña”.
El primero en esta lista es “Señora tentación”, donde ella le contesta al cantante una pregunta sobre el amor; con su sarcasmo habitual, ríe descaradamente (diría “la señora católica” tan famosa):
“No se olvide que el amor empieza con tentaciones y suele terminar con atentados”
“Señora tentación”:
En la segunda, frente al espejo, María afirma tajante: “Nunca crean en palabras de mujer”:
“Palabras de mujer”:
“La cabellera es para nosotras las mujeres, un medio de expresión”:
“Cabellera negra”:
Y la célebre canción que recrea el recuerdo amoroso/pasional de Acapulco:
“María bonita”:
Ya en su versión de “María bonita” Algara está instalado casi en el rock/pop; ha cantado igualmente en un estilo que francamente le va muy bien “Cabellera negra”. Quise escuchar entonces algunas de las piezas que primero cantó y grabó de Gonzalo Curiel. Y prácticamente no están disponibles, mas encontré “Calla tristeza” que al parecer es el tema de la película La vida tiene tres días (1954, Emilio Gómez Muriel, director). A contracorriente de quienes afirman que su mejor y mayor interpretación es la “Suite española” (bastante débil), este es el mejor Alejandro Algara: Tanto los cuatro videos con María Félix y canciones de Agustín Lara, como esta interpretación muy “crooner” de la canción de Gonzalo Curiel:
“Calla tristeza”, de Gonzalo Curiel: