Esta mañana, mientras consultaba información para abordar este tema, no pude dejar de comparar lo que hace nuestro gobierno, y lo que hace la oposición en México. La verdad resulta cansada y fastidiosa la historia de “buenos y malos”, y más cuando se trata de imponer una visión.
No debería sorprendernos porque siempre ha sido así; desde el punto de vista de los partidos que no están en el poder, todo lo que haga el gobierno en turno está mal, así, sin matices. Y en el otro lado, los férreos defensores aseguran que todo lo que haga la administración pública está perfectamente bien.
De hecho, podría hacer un análisis de este tipo, porque resulta tentador tomar partido y colocarme de uno u otro lado, pero en esta ocasión yo elijo ponerme del lado de la aviación. Así que vamos a ello.
Los detractores de la llamada “Cuarta Transformación”, de verdad creen que fue el peor crimen cancelar el NAIM, y el único argumento válido para ellos consiste en que todo se reduce a un “capricho de López”; les valen sorbete los estudios que hay al respecto sobre el valiosísimo vaso regulador en la cuenca de México, y no hablemos de la importancia que tiene dicho terreno en Texcoco como centro de conservación biológica de especies endémicas y aves migratorias.
En la narrativa de esta oposición, la decisión de cancelar el NAIM fue el motivo por el cual el Departamento de Transporte del gobierno norteamericano (DOT, por sus siglas en inglés), solicitó la terminación de la alianza entre Aeroméxico y Delta, y luego la cancelación de once nuevas rutas que iban a salir del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), y dos más del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Sin embargo, la realidad es muy distinta, y por eso quiero hablar de dos visiones sobre el mismo tema: la empresarial y la sindical. No se trata de “tomar partido”, sino de analizar a fondo si realmente el gobierno de México incumplió con el acuerdo bilateral, o es tan solo un pretexto de nuestros vecinos del norte.
Lo sorprendente es que quien salió a defender al gobierno, no fue la clase trabajadora, que será la más afectada de darse la terminación de la alianza o “Joint Venture”, sino que fue Aeroméxico.
Una nota publicada hace unos días en el periódico Reforma señalaba que el caballero águila defendía el traslado de la carga al AIFA. Palabras más, palabras menos, Aeroméxico coincide con el gobierno federal que el decreto publicado para mudar la carga del AICM al AIFA en ningún momento violentó el acuerdo bilateral signado con Estados Unidos.
Y va más allá, de acuerdo con lo recabado por Saraí Cervantes, Grupo Aeroméxico declaró que el DOT no ha mostrado documentación que pruebe su dicho: “El DOT afirma que el decreto presidencial mexicano viola el Acuerdo Bilateral en Servicios Aéreos entre los Estados Unidos y México y que creó un “desequilibrio competitivo” entre aerolíneas de carga mixta y las de carga general. Sin embargo, no proporciona ninguna prueba de dicho desequilibrio, ninguna prueba del daño resultante”.
De hecho, en el mes de julio de este año, mucho antes de que se diera a conocer la noticia sobre la disolución de la alianza, escribí en este espacio sobre la carga norteamericana.
Para aquellos que no tengan el dato fresco, las quejas por el supuesto “incumplimiento” del acuerdo bilateral por parte de México comenzaron entre los meses de junio y julio. En ese entonces hice una especie de radiografía para ver cómo les habían ido a las aerolíneas norteamericanas con el cambio de terminal aérea suscitado en el mes de febrero de 2023.
El resultado fue asombroso, y cito textual: “¿Cuánto creció el transporte de carga norteamericana en nuestro país durante el 2024? 121.5% con respecto a 2023?. Ahora ¿saben cuánto creció el transporte de carga mexicana, esto es, con todas nuestras líneas aéreas comerciales y de carga? El 71.2%”.
El famoso “decreto” entró en vigor el 2 de febrero del 2023 y las empresas que se sintieran afectadas tuvieron, para inconformarse, un plazo de 180 días hábiles, esto es, sin contar los fines de semana y días festivos. Lo cual evidentemente no sucedió, ¿la razón? Operar desde el AIFA les significa 50% de ahorros en gastos operativos para las líneas aéreas.
Por tal motivo, el crecimiento que se dio de un año al otro fue exponencial; quienes gusten consultar estos datos, los encuentran en la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) y se hacen estas estadísticas con base en la información que proporcionan los aeropuertos y las aerolíneas, tanto nacionales como extranjeras.
Si queremos hablar de caprichos, tenemos que voltear a los Estados Unidos. Aeroméxico señala que el DOT, solamente de palabra ha expuesto la supuesta afectación a sus aerolíneas, y con base en ello tomaron la determinación de castigar a México rompiendo una alianza que existe y funciona, pero sin mostrar pruebas de ello. Ese sí que es un capricho de nuestros vecinos, porque quien acusa está obligado a probar, “affirmanti incumbit probatio”. De manera seria y contundente Grupo Aeroméxico va a pelear en tribunales, porque tiene la razón.
La otra visión de la que quiero hablar es la de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), que en lugar de cerrar filas, en esta idea de “tomar partido”, se ha puesto del lado de la visión de la oposición.
Los conozco y sé a dónde quieren llegar, pero poco abonan; al contrario, incentivan la idea de que la mudanza de la carga fue un error. El diario El Universal entrevistó a ASPA y ellos acusan “una falta de visión de Estado”.
Por supuesto que es importante que el gobierno tome en cuenta la voz de la clase obrera, y aplaudo las ganas de sumar esfuerzos, sin duda importantísimos para el desarrollo de la industria aérea, pero la estrategia de ASPA me genera muchas dudas, porque va a estar cañón que el gobierno los reciba con los brazos abiertos cuando decidieron dar por válida la postura DOT.
Y ustedes los saben, soy sindicalista de corazón, y en cada foro que tengo oportunidad reconozco que aplaudo y admiro al gran sindicato que es ASPA, uno verdaderamente democrático y que vela por sus agremiados. Sin embargo, en este asunto en particular, mi opinión gira en torno a que debería de cerrar filas con la postura que tiene hoy Aeroméxico.
No por darle “coba”, sino porque el gobierno norteamericano no ha demostrado a lo largo de estos meses “cuándo, cómo y dónde” afectaron a su aviación, porque las estadísticas se pueden verificar, y estas dicen todo lo contrario.
México no ha incumplido el acuerdo bilateral, quien lo hizo fue su secretario de transporte, Sean Duffy, que no utilizó los propios mecanismos del acuerdo, y que de forma unilateral y errónea tomó la decisión de dar por terminada una alianza que beneficia a ambas naciones.
¿Por qué? Porque Duffy es un payaso que poco entiende de aviación y solamente le hace el caldo gordo al ente naranja, que ya no sabe cómo zafarse del berenjenal en el que está, cada día perdiendo más popularidad ante su electorado, por escándalos como los trapos sucios del expediente Epstein, el rescate a Argentina y las guerras que quiere comenzar en medio mundo. Es obvio, no tienen muy contenta a su población.
Por todo lo anterior, me hubiera encantado que el primero en salir a defender a su país hubiese sido ASPA, pero no, quien lo hizo fue Aeroméxico. Y es que al final, los más afectados de la terminación de este “Joint Venture” son los trabajadores, incluidos los pilotos han decidido por ponerse del lado del vecino que solamente vocifera, y de la oposición que solamente utiliza el tema para su propia agenda.
Mi opinión: aquí lo que realmente importa, no es un partido político u otro, lo primordial es el fortalecimiento de la aviación nacional, y eso es lo que Aeroméxico ha entendido a la perfección.
Esto no es un tema político, es de aviación; no es la cancelación del NAIM, ni la mudanza de la carga, es la manipulación de ambos temas que hacen nuestros vecinos para justificar que están “trabajando”.
Yo estoy del lado de nuestro país, defiendo su soberanía aérea, en contra de la apertura de los cielos, y quiero el fortalecimiento de nuestra industria aeronáutica. En ese orden de ideas, coincido con la postura que ha mostrado Aeroméxico, con los pelos de la burra en la mano. Ojalá que ASPA aclare los alcances de su posicionamiento, y se sume a esa misma postura, y no a la contraria.





