El 10 de mayo en México es casi sagrado: las florerías se llenan, los desayunos se multiplican y en cada rincón suena “Señora, señora” como si fuera himno nacional. Y sí, claro que hay mucho que celebrar: ser mamá es una de las experiencias más transformadoras de la vida. Pero también es una fecha que nos da la oportunidad de hablar de lo que muchas veces se calla.
Porque aunque hay pastel y abrazos, ser mamá en México sigue siendo un reto diario. De los 39 millones de mujeres mayores de 15 años en el país, más de 7 de cada 10 son madres. Muchas de ellas no solo cuidan, también trabajan, dirigen hogares, emprenden, estudian o todo a la vez. Pero el mundo laboral no siempre se ha actualizado con esta realidad: en promedio, las madres ganan menos, tienen menos prestaciones y están más expuestas a la informalidad. De hecho, más de 10 millones de mamás trabajan sin acceso a seguridad social.
Las madres mexicanas no se celebran cada día. Pero se multiplican. Son médicas y cuidadoras, ingenieras y cocineras, artistas y administradoras del caos. Son amor y estructura. Son fuerza que no presume.
Ser mamá en este país es hacer malabares todos los días. Es correr a una junta de trabajo con el uniforme escolar en la bolsa, es contestar correos mientras ayudas con la tarea, es levantarte temprano aunque no hayas dormido nada. En México, más de 28 millones de mujeres son madres. Y ahí están, todas las mañanas, sosteniendo el país sin que nadie se dé cuenta.
Y mientras unas tratamos de equilibrar juntas escolares, juntas de trabajo, sueños propios y meriendas, otras se enfrentan a realidades aún más duras. En 2024, 8,200 niñas entre 10 y 14 años fueron madres en México. Son niñas. Con proyectos apenas comenzando, atrapadas en una maternidad impuesta por contextos de violencia, pobreza o abandono institucional.
Aun así, hay razones para tener esperanza. Cada vez vemos más mujeres que maternan y a la vez gobiernan, legislan, transforman. Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez, Margarita Zavala, Tatiana Clouthier, Luisa María Alcalde, Claudia Ruiz Massieu, Laura Ballesteros, Patricia Mercado, Aleida Alavez, Mariana Rodríguez, Marina del Pilar, Ivonne Ortega, Rocío Nahle… Mujeres de distintos partidos y trayectorias que demuestran que sí se puede hacer política y criar al mismo tiempo, aunque no sea fácil.
Y no se trata de romantizar la doble o triple jornada, sino de visibilizar que muchas ya lo estamos haciendo. Que no debería sorprendernos ver a una senadora con su bebé o a una funcionaria tomando decisiones mientras en su bolso guarda una carta de colores hecha por manos pequeñas. Debería ser normal.
También están las que, sin reflectores ni discursos, sostienen la vida desde la trinchera más dura: las mamás solas, las que perdieron a sus hijos, las que luchan por justicia, las que trabajan sin descanso para que sus hijas tengan una vida distinta.
Por eso, este 10 de mayo no solo se trata de flores. También de mirar con más empatía y menos juicio. De entender que no todas las maternidades son iguales. De dejar de preguntar “¿y tus hijos con quién se quedan?” como si el cuidado fuera solo asunto de una. De impulsar de verdad el Sistema Nacional de Cuidados. De hacer espacio para que maternar no sea sinónimo de sacrificarse siempre, ni de detenerse para siempre.
Porque sí, ser mamá es increíble. Pero también es cansado, es complejo. Y está bien decirlo. Lo que no está bien es que lo sigamos normalizando sin hacer nada.
Este mayo, celebremos. Pero con la mirada abierta y el corazón atento.
X: @GINA_ARELLANO