“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.<br>

Simone de Beauvoir

De pronto, las redes sociales estallaron. ¡Andrés Manuel López Obrador había saludado, unos pocos segundos, a la mamá de Joaquín El Chapo Guzmán!

Mi WhatsApp se llenó de mensajes que sintetizo en dos frases: (i) “¡el mundo se va a acabar!” y (ii) “¡el coronavirus ya no preocupa, la verdadera amenaza para la sociedad mexicana está en que AMLO saludó a la señora María Consuelo Loera Pérez!”

De inmediato me hice varias pregunta y las respondí en mi cabeza:

√ ¿Y cuál es el problema? Ninguno, ella no ha sido acusada de nada.

¿Es culpable doña María Consuelo de lo que ha hecho su hijo? Por supuesto que no.

¿La buscó Andrés Manuel? No, fue la señora Loera la que hizo un esfuerzo por acercarse al presidente de México.

¿Por qué AMLO bajó de su vehículo y se dirigió a donde ella estaba para saludarla? Porque es un hombre educado y sensible, capaz de entender sin falsas poses supuestamente éticas lo que sufre una madre que tiene a su hijo —justa o injustamente, lo mismo da— encarcelado en Estados Unidos.

¿Hizo algo indebido Andrés Manuel? Sí, darle la mano a una persona mayor en estos tiempos del Covid-19. Pero, casi seguramente, por las prisas del momento —los tiempos en las giras presidenciales son muy cortos— el presidente de México olvidó la recomendación de los especialistas en epidemias, algo que por supuesto nos pasa a todos, aceptémoslo sin hipocresía.

Además de haber incumplido lo que exige la sana distancia, el presidente AMLO no hizo nada de lo que deba avergonzarse. Todo lo contrario, lució como lo que es: un ser humano bueno, que entiende el sufrimiento de las otras personas.

Cuando iba a argumentar todo lo anterior en Twitter, una persona normalmente bien informada me dijo que el video no era de ayer domingo 29 de marzo de 2020, sino que se había grabado en febrero del año pasado.

Antes de confirmar lo que me habían dicho, respondí con esa información —equivocada, por supuesto— a un tuit de mi amigo León Krauze, brillante periodista.

León me creyó y borró su tuit. Rápidamente dudé: muchos de los sitios de internet y numerosos periodistas en Twitter, hasta extranjeros, decían que ayer Andrés Manuel había saludado a la señora Loera, así que no me pareció creíble que todos fallaran de esa manera. Entonces busqué a León y le dije con pena y sinceridad al mismo tiempo que seguramente mi información era falsa. Le di las gracias por haberme creído y me disculpé.

No estoy de acuerdo con las giras de Andrés Manuel en estas semanas, que podrían ser meses, de crisis por el Covid-19. Pero él decidió visitar Sinaloa, y lo respeto. Lo recibió Quirino Ordaz, el gobernador mejor evaluado en prácticamente todas las encuestas. Por mucho, es el hombre de más prestigio en el priismo mexicano. Y lo es en gran medida por su honestidad y, también, porque siempre dice la verdad. Su hija dio positivo a coronavirus —ha estado en cuarentena y, afortunadamente, ella mañana será dada de alta—, lo que obligó a Quirino a hacerse la prueba en cuanto se lo recomendaron los médicos. Resultó negativo; se ha cuidado bastante, así que el presidente López Obrador no estuvo en ningún riesgo de contagio.

La visita de Andrés Manuel a tierras sinaloenses tenía dos propósitos: uno, tratar temas pendientes de gobierno con Quirino; otro, supervisar una obra carretera en Badiraguato, sí, la tierra de El Chapo, que por lo visto para muchos de mis contactos de WhatsApp, lo mismo que para una cantidad importante de los usuarios de Twiiter, es una localidad que debería ser completamente olvidada por el gobierno.

Evidentemente el presidente López Obrador piensa otra cosa: las regiones donde han florecido las bandas del narcotráfico merecen particular atención, proyectos de desarrollo para que, precisamente, dejen de ser cuna de gente a la que la falta de oportunidades empuja al mal camino. Por eso, y solo por eso Andrés Manuel y Quirino estuvieron en Badiraguato.

La mamá de El Chapo aprovechó y buscó al presidente de México seguramente para pedirle que haga algo por su hijo condenado a cadena perpetua en Estados Unidos. Poco, más bien nada podrá hacer AMLO por Joaquín Guzmán y, la verdad de las cosas, no lo intentará. Pero no iba a ser tan insensible como para ni siquiera saludar, ¡unos cuantos segundos!, a una mujer de más de 80 años de edad que solicitaba audiencia.

Y sí, ello desató el gran escándalo. Anoche nadie habló del coronavirus en las redes sociales. Seguramente este lunes, en la mañanera, el saludo a la señora Loera será el tema principal. Pero, antes de que concluyan los noticieros matutinos en la radio, nadie se acordará del súper escándalo porque la pandemia, que es real, volverá a ocupar el centro de la atención.

Tenía razón Simone de Beauvoir, lo más escandaloso del escándalo es que estamos tan acostumbrado al mismo que casi siempre termina por no ser de ninguna manera importante. Esta nota no va a dar para mucho más porque no tiene sustancia, por así decirlo: está hueca de verdadero contenido.