Las estadísticas sugieren que el denominado Triángulo del Norte conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras, constituye el epicentro mundial de la extorsión, lo cual podría explicar el apogeo de las pandillas callejeras y lo arraigado que se encuentra dicho delito.

El diario La Prensa de Honduras detalló que los salvadoreños pagan hasta 400 millones de dólares al año por extorsiones, seguidos de los hondureños, quienes aportan 200 millones de dólares y al final los guatemaltecos con 61 millones de dólares, cifras que podrían ser mayores debido a la cifra negra por los delitos que no se denuncian.

El transporte público es uno de los sectores más afectados, pues autobuses y taxis pagan por año 25 millones de dólares en Honduras y 34 millones en El Salvador.

En segundo lugar se encuentran las pequeñas empresas, las cuales de acuerdo con el Consejo Nacional de Política Económica y Social de El Salvador (Conapes), el sector económico paga hasta 30 millones al mes a las organizaciones criminales, donde los barrios más pobres de las zonas urbanas son los más vulnerables.

Los extorsionadores emplean estrategias comunes en los tres países: intimidad a sus víctimas a través de amenazas de muerte, quemando o destruyendo propiedades de quienes no pagan, o bien asesinando a empleados o familiares de la víctima de extorsión.

Más de 300 trabajadores del transporte en Honduras han sido asesinados en los últimos cuatro años; tan sólo en 2015 han muerto más de 36 trabajadores del transporte salvadoreño y en Guatemala ser chofer se considera una ocupación peligrosa, pues en la última década han sido víctimas constantes de la violencia.

Con información de Insight Crime