En la actualidad se da por hecho que la depresión, la esquizofrenia, la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer tienen una base fisiológica en la cual es importante la transmisión de la dopamina, sin embargo, antes del año 2000 la relación ni siquiera se había planteado.

Paul Greengard fue el neurocientífico responsable de identificar que la comunicación que ocurre entre las neuronas, mejor conocida como sinapsis, es un proceso que se realiza mediante la transmisión de sustancias químicas y quien fallecía el pasado 13 de abril, de acuerdo con El País.

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Desde 1953, Greengard estudió Biofísica en la Universidad Johns Hopkins, haciendo de la sinapsis su principal campo de estudio, en una época en la cual la comunidad científica se avocaba a creer que la comunicación entre las células cerebrales se realizaba sobre todo mediante impulsos eléctricos.

Sin embargo, junto al médico sueco Arvid Carlsson y el estadounidense Eric Kandel, observó que la dopamina era un transmisor que junto a otras moléculas comunicaba mensajes en el cerebro, estudio que los hizo merecedores del Premio Nobel de Medicina en el año 2000.

La importancia de la dopamina como neurotransmisor

Si bien es cierto que a través de las neuronas viajan impulsos eléctricos, en los extremos de cada una se ubican vesículas que contienen dopamina y otras 150 sustancias químicas que al verter su contenido al exterior en el espacio que existe entre las células, desencadenan reacciones en el receptor que a su vez provocan una señal eléctrica.

La dopamina no sólo se ve involucrada en la gestación del estado de ánimo, sino en la capacidad de producir movimientos en el cuerpo que sean voluntarios y uniformes, por lo que los precursores se emplean con éxito en el tratamiento versus el Parkinson.

Acusado de discriminación en 2007

Paul Greengard fue acusado de discriminación en 2007 por una investigadora, Effat Emamian que interpuso la queja ante la Universidad de Rockefeller, bajo el alegato de que, el neurocientífico “subestimaba” su trabajo y la había despedido porque ella se quejó del trato que le había otorgado.

Greengard y Emamian llegaron a un acuerdo en 2018, cuando el jurado le otorgó 2 millones de dólares a la investigadora por “daños emocionales” que luego redujo a 200 mil dólares más el pago de los atrasos salariales, además el neurocientífico se disculpó por ser grosero, destaca The Washington Post.