Dying Light: The Beast representa un giro audaz dentro del universo creado por Techland.
Lo que comenzó como una expansión para Dying Light 2, terminó evolucionando en un spin-off independiente.
Aunque no se compara con su antecesor, Dying Light: The Beast apuesta en densidad, ritmo y atmósfera. El resultado es una experiencia más contenida pero emocionalmente más potente.
Aquí te dejamos 5 puntos de por qué es perfecto si no te gustan los mundos abiertos:
- Dying Light: The Beast apuesta más por la acción
- Dying Light: The Beast trae de regreso a un personaje amado
- El mundo de Dying Light: The Beast es más compacto
- Dying Light: The Beast cuenta con una excelente ambientación
- Dying Light: The Beast expande su duración de manera artificial
Dying Light: The Beast apuesta más por la acción
La jugabilidad de Dying Light: The Beast apuesta más por la acción, ya que se centra en la transformación física y psicológica del protagonista.
El sistema de parkour ha sido refinado, es más ágil, menos vertical y más intuitivo. El jugador se mueve por Castor Woods, un mapa dividido en tres zonas; cada una con su propio ecosistema.
El combate es más visceral gracias a la introducción del “Modo Bestia”, una transformación temporal que potencia fuerza, velocidad y percepción, pero que también consume la humanidad.
El ciclo día/noche sigue siendo central. De día, los infectados son lentos y predecibles; de noche, aparecen las “Quimeras”, mutaciones agresivas que obligan al jugador a planear cada incursión con precisión.



Aunque el juego recompensa la exploración nocturna con recursos raros y misiones especiales, exige un gran dominio del entorno y nervios de acero.

Dying Light: The Beast trae de regreso a un personaje amado
Algo que muchos fan agradecerán es que Dying Light: The Beast trae de regreso a un personaje amado, nos referimos a Kyle Crane, el protagonista de la primera entrega.
La historia arranca con Kyle Crane secuestrado por el Barón, un líder militar que experimenta con el virus zombie.
Luego de 13 años de tortura, logra escapar jurando venganza, al mismo tiempo que lucha con su “bestia interior”.
A diferencia de Dying Light 2, donde la narrativa se fragmentaba entre facciones y decisiones morales, The Beast opta por una historia más lineal pero emocionalmente más intensa.
Crane no es el mismo héroe altruista del primer juego. Está roto, contaminado y en constante lucha interna.
Viéndose afectado por todo lo que sucede a su alrededor, desde las alianzas que forja, hasta los sacrificios que hace.

El mundo de Dying Light: The Beast es más compacto
Aunque el mapa tiene varias zonas, en general el mundo de Dying Light: The Beast es más compacto comparado con la segunda entrega, lo cual es de agradecer.
Pues con este escenario más focalizado, el juego no se vuelve tan demandante y la acción se puede centrar en más puntos de interés que en el título pasado.
Que si bien tiene un mundo bastante interesante, abrumaba pasado un tiempo.
Aquí no llegas a sentir ese peso de las misiones secundarias o los eventos extra fuera de la historia, además de que es más fácil seguir la progresión de tu personaje y cumplir los objetivos.
Digamos que el juego se siente más rápido, sin que eso signifique sacrificar horas de juego y exploración, la cual se siente mejor implementada debido al mapa contenido.

Dying Light: The Beast cuenta con una excelente ambientación
Para quienes vayan más por los elementos estéticos, Dying Light: The Beast cuenta con una excelente ambientación en todo su desarrollo, así como en los paisajes que nos presenta.
Aunque la saga no se caracteriza por ser muy “esperanzadora”, esta entrega logra hacer del contexto uno más opresivo y oscuro, debido a la trama que nos presenta detrás del protagonista.
Si bien no es un salto gráfico comparado con Stay Human, el diseño de niveles y personajes (principalmente las quimeras), hacen que la obra se sienta única en este apartado.
Claro, tampoco debemos de olvidar el excelente apartado sonoro, no solo en cuanto a la música, también en los efectos, que logran meterte en este mundo lleno de infectados por todas partes.

Dying Light: The Beast expande su duración de manera artificial
Dado que el mapa es más pequeño que en le juego pasado, Techland hizo algunas trampas para mantener vivo este spin off, pues Dying Light: The Beast expande su duración de manera artificial.
Esto debido a que la obra encuentra la manera de “hacerse lenta” a propósito, con el fin de mantener al jugador el mayor tiempo posible en la aventura.
Una de estas trampas es extender de manera innecesarias las primeras horas con un tutorial y misiones iniciales que se van desarrollando a cuenta gotas, que podrían alejar a muchos jugadores que quieren entrar de lleno en la acción.
Otra cosa con la que se expande la duración es que no cuentas con puntos de viaje rápido, así pierdes varios segundos, que se convierten en minutos y esto en tiempo muerto, principalmente si quieres centrarte en la campaña principal.

¿Vale la pena Dying Light: The Beast?
Dying Light: The Beast no busca reinventar el género o perfeccionar la fórmula de la franquicia, simplemente busca dar un juego entretenido a los fans.
De hecho se puede decir que Dying Light: The Beast es una carta de amor a los fans del primer juego, quienes querían saber más del héroe original de la historia tras el final de la primera entrega.
Esto se nota desde el momento en que el juego se muestra más enfocado, brutal y emocionalmente resonante, en comparación con la anterior entrega que era más ambicioso y disperso.
Aunque por momentos el juego se alarga de manera artificial, los fans de la franquicia, los zombies y los juegos de acción deberían de darle una oportunidad, pues es bastante entretenido.