Tener un ombligo limpio y seco es algo primordial. La mayoría de las personas no toma en cuenta esta situación, ya que no lo consideran importante; sin embargo, esta pequeña parte del cuerpo requiere un cuidado especial y una limpieza profunda para prevenir infecciones o enfermedades dermatológicas.

El olor de un ombligo sucio es desagradable. Este pequeño hueco del cuerpo alberga hasta 67 especies diferentes de bacterias y desde luego, el bañarte constantemente remueve algo de ellas, así como pelusa y todo lo que se te venga a la cabeza.

Basta con tener la costumbre de limpiarlo al menos una vez a la semana con un hisopo con agua, jabón y/o alcohol. Desafortunadamente, si tu ombligo ya presenta signos de infección como enrojecimiento, ardor, inflamación y no te puedes librar del olor o la infección al limpiarlo tú mismo, debes acudir con un doctor  para poderte limpiar con las herramientas adecuadas.

¿Cómo limpiarlo en casa?

1. Limpia el área que rodea a tu ombligo con un jabón antibacteriano suave. Los ombligos hundidos pueden requerir el uso de un hisopo de algodón para remover completamente la acumulación de suciedad, las células muertas de la piel y las sustancias oleosas.

2. Seca tu ombligo con una toalla. Asegúrate de que no quede húmedo, puesto que la cándida (levadura) prospera en condiciones húmedas.

3. Moja un hisopo de algodón en una loción astringente. Pásalo suavemente alrededor de la parte externa de tu ombligo. Usa otro hisopo para limpiar el interior del mismo con una loción astringente. Deja que se seque con el aire.

4. Antes de ducharte, usa un poco de aceite de coco o aceite de oliva en tu ombligo. El aceite se une a la suciedad y otras partículas, por lo que es más fácil quitarla durante el baño.