Habrá que estar loco para viajar a Francia, y visitar durante un mes los lugares en los que vivió, pintó, y murió Vincent van Gogh, caracterizado como él. 

Habrá que estar loco, o ser el gran actor Mario Iván Martínez, quien interpreta al artista más famoso del mundo. También al hombre que perdió los dientes debido a una sífilis que contrajo porque le encantaba andar de prostíbulo en prostíbulo. O al hermano que pedía dinero para vivir, porque era incapaz de sostenerse solo. 

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La obra Vincent, girasoles contra el mundo, desmitifica al artista 

Ese era Vincent. El impresionista que pintaba para gente que todavía no nacía. El humano que sostuvo una relación epistolar tan profusa como dependiente con su hermano, Theo van Gogh, quien lo mantuvo de por vida. 

Fueron precisamente esas misivas, aunadas al diario íntimo de Johanna Bonger, su cuñada, las semillas de interés que culminaron en Vincent, girasoles contra el mundo. 

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Solitario, depresivo y poeta 

El proyecto, producido y dirigido por el mismo Mario Iván Martínez, inició hace tres años cuando el Centro Cultural Tijuana lo invitó a ponerle voz a un documental titulado Vincent, pinceladas de un genio. 

La personalidad solitaria, depresiva, violenta y al mismo tiempo poética de van Gogh, enganchó tanto al actor, que decidió convertirlo en su proyecto de vida. Exponer sus relaciones afectivas fue la principal motivación. 

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Exponer sus relaciones afectivas fue la principal motivación

Porque de él se ha dicho todo, que pintó por lo menos 900 cuadros, que vivió con una sexoservidora, que por voluntad propia se internó en un centro psiquiátrico donde hizo La noche estrellada, que fue misionero, que regaló su casa a una mujer de bajos recursos, y que presuntamente se cortó la oreja. 

Se cortó el lóbulo, en realidad. Y quizá durante una pelea con su colega y amigo Paul Gauguin. La puesta en escena lo deja entrever. Por eso, su principal aportación es que va por la desmitificación. 

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¿Cómo es que el sol inundó su pincel?

Vincent van Gogh no era un dios. La obsesión de sus padres con un primer hijo al que asignaron el mismo nombre manchó para siempre su vida y obra. Nunca pudo llenar ese vacío, las expectativas eran inalcanzables.

Buscó diariamente el amor que no recibió de niño en convivencias emotivas tan dañinas que resulta difícil entender cómo lograba pintar paisajes y girasoles llenos de color. Cómo es que el sol inundó su pincel. 

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Dicen que hay que estar loco para convertirse en un genio 

Vincent, girasoles contra el mundo, muestra esa dura transición del dolor, que teniendo todo para derrumbarte y obligarte a retroceder, sale victorioso para gritarle al Universo: "Miren, soy van Gogh, el artista más conocido del planeta. Nada ni nadie me detuvo". 

Dicen que hay que estar loco para convertirse en un genio. Pero los genios, tal vez, de no haber estado locos, no habrían necesitado ni de las letras ni de los oleos, para descargar la soledad y el resentimiento en ellas. 

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Johanna Bonger, una mujer de luz y magia 

Johanna Bonger, mientras tanto, fue la única capaz de verlo. Esa mujer fuerte y tenaz que había traducido a Marie Shelley no se detuvo tras la muerte de su cuñado y su propio marido. Ella, testigo de la dependencia entre ambos, pelea hasta vender los cuadros. 

El homenaje que hace Mario Iván Martínez a la responsable de la fama de Vincent van Gogh, es que no importa cuántas veces te digan que lo que haces o lo que te gusta está mal. La única opinión verdaderamente importante es la tuya.