Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres montarme un lío?<br>

Pájaro Azul, Charles Bukowski

Tengo un pájaro azul dentro del alma,<br>un pájaro que canta y que solloza,<br>y que en mis noches de infinita calma<br>es como una esperanza milagrosa.<br>

Canción yucateca de Manuel Díaz Massa y Pepe Domínguez

Siendo honestos (que no necesariamente valientes) ¿quién en su sano juicio puede confiar —si no es a partir de un acto de fe— en unos mandatarios que sostuvieron que el Covid se enfrentaba con un “detente” o ingiriendo desinfectante?

¿Se requiere, entonces, que los comentarios o mensajes de importantes autoridades sean continuamente validadas? Yo opino que sí. La carga de sus dichos, al influir en tantísimos millones de personas, lo justifica.

Trump adoró al pajarito azul mientras podía regar sus mentiras sin ningún tipo de problema. Dentro de ellas, la reiteración de que Barack Obama no había nacido en los Estados Unidos.

Ha quedado demostrada la cantidad de mentiras (o medio verdades) que parlotea, igual en sus conferencias de prensa, discursos o cualquier espacio para la alocución.

Ahora Twitter tomó la medida de marcar sus comunicaciones que resulten mentirosas o tendenciosas y con ello avisar al público tuitero que lo leído por dicho autor no puede ser verificado como verdadero. En dos días de lo que va dicha política, van dos tuits marcados como tales bajo esta nueva modalidad que ha lanzado la compañía.

Huelga decir que la furia del copete naranja se tornó en amenaza para cerrar o regular las redes sociales –ya anuncia una orden ejecutiva para controlarlas–, además de acusar a Twitter de influir en las próximas elecciones estadounidenses. La verdad es que no esperaba yo otra reacción del presidente norteamericano.

Pero también cruzando el Río Bravo (por el lado de Texas; por San Diego riachuelo no hay), su homólogo mexicano dijo en su momento que una de las razones para ganar la presidencia fue gracias a las “benditas redes sociales”, pues no habían podido ser silenciadas por la mafia del poder. Este año, sin embargo, cuando las tendencias y comentarios ya no necesariamente le favorecen, ya van muchas ocasiones en las que, desde el púlpito de la mañanera, arremete contras las otroras benditas para señalar –sin pruebas, ¡faltaba más!- que estas están vendidas y reciben dinero por los bots, trolls y ciudadanos que habitan dicho tecno-sistema.

En una de esas, Twitter le aplica al presidente mexicano la misma que al estadounidense y coloca advertencias sobre sus publicaciones de dudosa veracidad. Se pronostica que el resultado sería que una gran mayoría caería en esa categoría, si no es que todas.

El hecho es, que tanto Trump como López Obrador traen pleito casado (aunque, aclaro, esto no ha llegado al grado de atentar contra la libertad de expresión) con las redes y la prensa. Ambos líderes no soportan ni toleran ser cuestionados, sea por columnistas o ciudadanos. Acuden a la descalificación, iniciando con el típico “la oposición derrotada trata de perjudicarme”. Todo lo llevan al plano donde ellos y sus proyectos son los más afectados.

Dos presidentes que aprovecharon las redes para encumbrarse y ahora no entienden que estas “vivan” más allá de ellos. No conciben que las redes son la expresión y la prueba de que la globalización —esa que tanto atacan en nombre de un nacionalismo trasnochado— llegó para quedarse. Ya no habrá mundo NO globalizado; eso es imposible. Las redes, así como pueden propagar noticias falsas (empezando por las por ellos proferidas) también pueden ser los grandes “verificadores” de las acciones y dichos de los políticos.

Mientras tanto veremos con mayor denuedo —igual como ya la conocemos para denostar al periodismo— una campaña en los próximos meses para descalificar a las redes sociales.

Trump y López Obrador entendieron en su momento la importancia de las redes sociales. Lo que no supieron (o no quisieron ver) es que ellos no las manejan a su antojo. Que si bien en plena campaña utilizaron las redes sociales para diseminar sus ideas y lograr que las personas les dieran su voto, ahora nos adentramos a otra etapa donde por estos mismos canales se evidenciarán sus falsedades. Increíble que la prensa libre y Twitter pasaran de ser los mariscales de López Obrador a tan solo dolores de cabeza.

A todo esto: ¿saben que es lo más patético de estos dos personajes? Que si las cosas les han salido bien (o en un futuro eso ocurre), no se deberá a la verdad de sus afirmaciones, ni a lo sustentado de sus acciones, ni a la capacidad de su gestión, ni a lo informado de sus decisiones. No. Radicará única y exclusivamente en el manejo estratégico de este tipo de canales de comunicación y un ingrediente de suerte.

Temerario que ellos sean los que gobiernen, ¿no creen?