Si el presidente dice “mañana hay que salir a peinar pingüinos”, el secretario de Hacienda aparece con un peine y un gel<br>

Paráfrasis de conocida frase política argentinas

“Así un luengo esperar, dudoso, incierto,<br>a costa del vivir crió el deseo<br>y puso toda en él su confianza;<br>hasta que, ya el 'engaño' descubierto,<br>siguiéndome el dolor, quedarse veo<br>colgado el desear de la 'esperanza.”<br>

Gutierre de Cetina

En mi artículo "Los municipios 'de la esperanza', tomadura de pelo" pregunté, porque era lógico hacerlo, si no habría gato encerrado en ese diseño del supuesto arranque de la nueva normalidad por parte del ejecutivo federal.

(Primer paréntesis. “Gato encerrado”, dicen los que saben, es una expresión del Siglo de Oro español que no tiene que ver con felinos, sino con unas bolsas o talegas de tela o cuero que así se llamaban, “gatos”, y que era utilizadas por la gente para guardar sus monedas; en las casas, tales gatos se escondían o encerraban para que no las encontraran los ladrones).

El gato que me pareció ver encerrado en la idea de los municipios de la esperanza era el de que estos no se habían definido así para en ellos empezar a reactivar la economía nacional –en tales lugares libres de Covid por lo aislados, no hay realmente mucho que reactivar–, sino que quizá se les había elegido por ser los favoritos del presidente AMLO para recorrerlos en sus giras, suspendidas desde que se declaró la emergencia por la pandemia.

Pues bien, ya salió el peine. En la mañanera de hoy jueves ha quedado en claro que tales municipios nada tienen que ver con la reactivación económica (si fuere el caso de que estuviesen libres del virus, puesto que ahí no se han medido contagios), sino que más bien son una coartada para que Andrés Manuel vuelva a lo único que realmente disfruta: recorrer las localidades marginadas de México rodeado de la gente que lo idolatra porque es el único político que se acuerda de los de abajo.

(Segundo paréntesis: “Ya salió el peine” es una frase mexicanísima que significa que algo oculto ha quedado al descubierto).

Ya avisó el presidente López Obrador en su conferencia de prensa de todos los días que está harto de la “cuarentena” en el Palacio Nacional y que pedirá permiso a los doctores Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell para ir a dar el banderazo de salida a las obras del Tren Maya.

Segura estoy de que, para no violentar ningún acuerdo, tanto el secretario como el subsecretario de Salud simplemente condicionarán que el acto simbólico se celebre en algún municipio de la esperanza, es decir, sin coronavirus –y sin nada más, porque en tales lugares no hay actividades realmente relevantes–, localidades en el abandono que debe haber decenas en esas selvas dejadas de la mano de dios.

(Tercer paréntesis. Ampliemos la mexicana frase anteriormente definida).

Si en eso, en solo visitarlos, queda todo el argüende de los municipios de la esperanza, entonces aunque se trate de algo no del todo agradable, no generará mayor problema, en especial si el presidente de México se cuida y evita los contagios. Pero si ello implica que se desatienda la reactivación de la economía donde sí hay industria, servicios y comercio, habrá que ampliar la frase y decir: “salió el peine con piojos”.

De todo corazón deseo que mientras AMLO visite todas las localidades en las que es verdaderamente feliz, deje a su secretario de Hacienda, Arturo Herrera, trabajar con el Consejo Coordinador Empresarial opciones viables de crecimiento o desarrollo económico para que repunte el PIB o el nuevo Índice de la de Felicidad o cualquier cosa que obre el milagro de que los empleos perdidos vuelvan a la gente.

Ya va siendo hora de que titular de Hacienda deje de acicalarse el pelo al ritmo en que se mueva el peine de Andrés Manuel.