Now he gotta getcha<br>Karma is a bitch, yeah<br>Same way that they come<br>That’s the way they go<br>Now he gotta getcha<br>Rewinding the picture<br>There goes the alarm<br>And the sirens go<br>(Ahora tendrá que atraparte<br>El karma es perro sí<br>De la misma manera que vienen,<br>Es la forma que se van<br>Ahora tiene que atraparte<br>Rebobinando la imagen<br>Ahí va la alarma<br>Y suenan las sirenas)<br>

Anne Marie

El que es amado lo percibe siempre, si está en sus cabales y no lo ansía, porque el que lo ansía no distingue e interpreta las señales equivocadamente.<br>

Javier Marías

Alfonso Durazo fue el primer candidato que se pronunció para contender por una gubernatura este 2021, la de Sonora. Y, más allá de las encuestas internas de Morena o de los tiempos del INE, se ve en él un candidato sólido, amante de su tierra y que podría ser un buen gobernante.

Hasta antes de conformarse la alianza Sí por México, parecía que Durazo volaba hacia la victoria; él, aglutinando a Morena, PT y Nueva Alianza. Nadie le daba la batalla.

Sin embargo, tanto la unión de los partidos de oposición como un cambio en la percepción de los votantes (sostenida en la dura realidad) que su equipo no ha sabido contrarrestar, han hecho que los resultados de diversas encuestas muestren que la brecha entre Durazo y su más cercano competidor, Ernesto El Borrego Gándara, disminuye de forma constante y rápida. De seguir ese ritmo, el segundo no solo lo alcanzará, sino que podrá ganarle hasta con soltura.

¿Qué está pasando? Varias cosas. A Alfonso Durazo le está sucediendo lo que le ocurre a muchos políticos: solo escuchan a su círculo más cercano —que les dice lo que quieren oír— y olvidan tomar en cuenta lo que se concluye más allá de ese cerco. Uno que se va volviendo más y más pequeño conforme pasa el tiempo y la guerra arrecia. Este defecto subyace frecuentemente en las campañas de la gran mayoría de quienes buscan un puesto de elección popular. Pero para quien lleva más de 30 años en la administración pública, siendo mano derecha y buen operador de políticos del mayor nivel, sorprende que caiga preso de ese mal de apreciación. Durazo conoce los entresijos de la política, de las campañas, de las pugnas y pujas, pero no lo hace valer ahora cuando el candidato requiere mantener la cabeza fría para escuchar, aquilatar y tomar en cuenta diversas opiniones, números, colaboradores y estrategias.

Un momento complicado que abarca toda la precampaña y la campaña, donde cada vez el sigilo tiene mayor peso y la confianza (con todos sus pros y contras) radica en un menor número de personas. Durazo debe mantener una puerta/oído abierto a gente que no sea de su círculo más cercano, pero que puedan decirle las cosas de frente, aunque no sea lo que él como candidato quiera escuchar.

Además de lo anterior, es importante que, más allá de la parte institucional que él representa (que ha venido casi siempre acompañada de un espaldarazo explícito o implícito de la figura presidencial), empiece a realizar algunos actos y transmitir algunas características que sean meramente a título personal. ¿Quién es Alfonso Durazo la persona, no el político o candidato?

Hay cientos de momentos en los que este debería sacar a relucir su lado humano. Ya sea acompañando a las madres que buscan fosas y a sus hijos en las mismas, o buscándolas más allá de las cámaras, estableciendo con ellas una estrategia para tan triste encuentro y una más para que cesen estas tragedias.

Durazo es una persona cálida y que se involucra en los asuntos de quienes le rodean, es momento que demuestre esa faceta no muy conocida.

Necesita recordar, también, que no debe incurrir en nada que sea anticipado: actos, propaganda o dichos. La línea es muy delgada en muchos casos, pero por lo mismo debe tener extremo cuidado con ello pues, de lo contrario, en un ambiente donde el INE y otras autoridades cuestionan a nivel federal los actos y dichos de inequidad electoral, la población tendrá la percepción de que el aspirante es alguien quien no respeta la ley.

Por último, si bien va por el partido en el poder y cómo muchos candidatos de Morena descansan en la popularidad de AMLO, debe recordar que esta es cambiante y que en el norte definitivamente el presidente no tiene el arrastre que tiene en el centro-sur del país. Es momento de que Durazo marque sutiles diferencias o distancias de algunos temas o, al menos, formas de enfrentar la realidad.

Algunas señales de alarma están sonando. El aspirante a gobernador debe escucharlas y hacer que su equipo de trabajo las estudie y, más importante, las revierta.