Yo vi esa triste nube el firmamento<br>apacible cruzar en claro día,<br>brillante de arrebol y de alegría<br>cual de mi dicha el rápido momento.<br><br>En medio del celeste pavimento<br>que en purísima luz resplandecía,<br>en las auras del cielo se mecía,<br>como en sueño de amor el pensamiento.<br><br>Mas, ay, que huyó su brillo y hermosura<br>al estallar el trueno en la alta cumbre,<br>y ahora la miro en tempestad oscura,<br>en centellas arder de roja lumbre:<br>imagen triste de mi cruel Señora,<br>¡antes tan dulce, y tan airada ahora!<br>

Julio Zaldumbide Gangotena

Han contado la misma historia, al mismo tiempo, dos columnistas de El Universal,  Roberto Rock y Carlos Loret de Mola. Ambos dicen la verdad, lo que no me sorprende. Más bien, lo sorprendente es que este hecho no se haya narrado antes. 

Rock cita a la jefa de gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum, cuestionando frente a numerosas personas a Hugo López-Gatell, estratega de la lucha contra la pandemia del coronavirus: "¿Quién le dice al presidente (AMLO) la verdad sobre el número de muertos?" 

Loret, por su parte, afirma:

¡¿Cuándo le vas a dejar de mentir al presidente?!, estalló con voz firme la jefa de Gobierno, la morenista Claudia Sheinbaum contra el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en una reunión privada hace cosa de un mes”. 

Han dicho más los columnistas de El Universal, cito al segundo de ellos: “A partir de este desencuentro que atestiguaron varios de sus colaboradores, se concretó la idea de que un comité científico –y no la palabra del subsecretario– determine el número de muertes en la capital del país... Es muy probable que, por ser de gobiernos del mismo partido, tanto Sheinbaum como López-Gatell nieguen el encontronazo. Eso hacen siempre los políticos del mismo bando cuando se pelean, y ha sucedido en todos los sexenios: en el de Calderón, Medina Mora y García Luna decían que no estaban confrontados; en el de Peña Nieto, Videgaray y Osorio Chong aparecían ante la prensa a desmentir sus enfrentamientos”.

La verdad de las cosas es que me parece más bien improbable que un choque tan fuerte y evidente como el narrado por Rock y Loret vaya a ser negado. Al menos no por Claudia Sheinbaum, acostumbrada a enfrentar las consecuencias de sus actos. López-Gatell, cuyo fuerte como hemos visto no es la verticalidad, tal vez dirá que lo anterior no ocurrió.

Rock y Loret no han dicho ninguna mentira, como sabemos muchas personas. Que hay diferencias entre la jefa de gobierno capitalina y el estratega federal contra la pandemia es algo que se sabía y que aquí se había comentado varias veces. 

De hecho, el 24 de mayo pregunté en SDP Noticias, en una columna que reprodujo en su web —lo que agradezco— el Fondo De Cultura Económica, si estaría ocurriendo que Sheinbaum se habría puesto a recitar frente a López-Gatell el poema “A Gloria”, de Díaz Mirón:

 

“No intentes convencerme de torpeza<br>con los delirios de tu mente loca:<br><br>«El ave canta aunque la rama cruja,<br>como que sabe lo que son sus alas»<br><br>Hay plumajes que cruzan el pantano<br>y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!”<br>

Salvador Díaz Mirón

El que el FCE haya reproducido mi texto tiene también un significado. Hay, digamos, “historia” entre el presidente y diversos miembros de la 4T (Claudia Sheinbaum y Paco Ignacio Taibo, director del Fondo, entre otros) en la lucha en favor de las causas de la izquierda en México. Ideales y acciones, por cierto, con los que yo no concuerdo. 

Es un hecho que la jefa de gobierno de la Ciudad de México, evidentemente en rebeldía, había estado marcando su distancia con la —para muchos, me incluyo— fallida estrategia contra la pandemia diseñada e implementada por el subsecretario de Salud. Dije en aquel artículo lo siguiente:

1.- “Llama la atención que (Sheinbaum) no acudió la última vez que fue citada en Palacio Nacional”. Y es que le tocaba “acompañar a López-Gatell en su tardeada en que da a conocer las cifras del COVID”.

2.- “No es la primera vez que se rumora que hay diferencias entre ellos en cuestión de percepciones y medidas. Se entiende que las haya”.

3.- Sheinbaum ha exigido el uso de cubrebocas, a lo que Gatell se negó durante dos meses; la jefa de gobierno no quería permitir el Vive Latino, el subsecretario insistió en que se celebrara.

4.- En reunión en Palacio Nacional, Gatell decidió que la gente volviera a sus actividades el 1 de junio; Sheinbaum “presentó un documento en que marca otras etapas a seguir para integrarse la normalidad en la CDMX”.

5.- “Un tenue distanciamiento, pues. No del presidente de México —conste—, pero sí de la estrategia sanitaria”.

6.- Sheinbaum “mandó hacer su propia validación autónoma de las cifras”.

Dado lo anterior, era cuestión e tiempo para Sheinbaum estallara contra López-Gatell, quien seguramente se puso gallito de más con la jefa de gobierno. Y es que ya sabemos que al rockstar de la epidemiología le da por ponerse burlón de más con las damas —reporteras de Milenio, de Reforma, senadoras del PAN. Pero si se atrevió a hacerlo con la jefa de gobierno, pues entonces se llevó el descontón de su vida.

¿Lo van a negar? Imposible, me parece, si tanta gente vio el incidente. Como dije antes, Claudia Sheinbaum no es de esas personas incapaces de enfrentar las consecuencias de sus actos. Ha sido no solo una mujer de ciencia —como especialista en física, entiende más de matemáticas que López-Gatell, quien ha tenido su talón de Aquiles en la estadística epidemiológica—, sino que ha combinado sus actividades académicas con el activismo rebelde de izquierda.

Ha sido ella una rebelde, sí, pues, por ejemplo, mientras Gatell fracasaba en el mismo tema (el estadístico) como funcionario del gobierno de Felipe Calderón en los tiempos de la influenza, ella acompañaba a AMLO en su desobediencia civil como integrante de aquel Gabinete Alterno del Presidente Legítimo.

Me parece que Andrés Manuel no tomará partido en este conflicto; esperará a que el tiempo borre las diferencias entre Sheinbaum y López-Gatell. Pero si fuera necesario, supongo no cometerá la equivocación de olvidar la biografía de cada quien: la de la jefa de gobierno, siempre en las luchas de izquierda (que ya dije, no comparto); la del subsecretario, buen subordinado de Calderón tanto como lo es ahora de López Obrador; esto es, más bien alguien que ha sabido aprovecharse de las circunstancias. De lo contrario, si la historia de cada uno no va a contar, entonces a ver cómo reacciona la verdadera izquierda y el equipo que sí le ha sido leal a (para bien y para mal) a AMLO.

En todo caso, espero, por México, que el conflicto no llegue a mayores; solo podría complicarlo el ya desmedido protagonismo de López-Gatell, a quien hybris ha enfermado. Si este, arrogante, insiste en pelear, encontrará en la jefa de gobierno a una rival que no va a permitir que se le falte al respeto por más bonito que hable el epidemiólogo en tardeadas y mañaneras. 

El hybris es la enfermedad del poder, el virus de la desmesura, de la excesiva confianza en las propias capacidades. El Hybris, por cierto, mata: lo sabían los griegos cuyos dioses primero enloquecían a quienes querían destruir. Y a este rockstar hace rato que lo marearon por haberlo trepado al ladrillo.