“...una mujer querida o vislumbrada<br>desbarata por una vez la muerte.”<br>

Mario Benedetti, a 100 años de su natalicio

Nos están matando.

Diez mujeres en promedio al día pierden su vida producto de la violencia. En total 1,932 víctimas en lo que va del año; un 4.9% más que en el mismo periodo del 2019. De todas esas muertes, 489 se han considerado como feminicidios.

Los números no mienten; ha habido incremento en los abusos durante el confinamiento por el covid, aunque el presidente de la nación diga que el 90% de las llamadas de auxilio sobre violencia contra las mujeres sean falsas.

En mi opinión hay muchos errores en la 4T. Ya lo saben ustedes. Las muertes por violencia que no paran, las víctimas del coronavirus que continúan, la economía deprimida, el sector salud en terapia intensiva, y la lista continúa. Aun con todo lo anterior, pareciera que no importa lo que haga, diga o deje de hacer el jefe del ejecutivo; nada es motivo suficiente para que un gran porcentaje de la población se enoje con él. Esto es, la sociedad le pasa todo, le compra todo, sus verdades, sus mentiras, sus logros, sus fracasos; y no le piden cuentas de nada.

Pero hay un tema donde el teflón del mandatario pierde su efecto. Donde todo lo que diga, en lugar de ayudar a su causa, se le revierte. Y ese tema es el de las mujeres.

Algunos analistas considerarán que no necesariamente es el tema más delicado que enfrenta México, ni siquiera el más apremiante. Pero es el que la sociedad en general “escogió” para decirle “señor presidente: aquí sí no se vale lo que sea”. Por lo que respecta a la causa feminista, la sociedad no está dispuesta a tolerar errores, gracejadas u olvidos. En todo lo demás pareciera que cabe el “te apoyamos cómo sea”.

Esto rememora cuando el hoy titular formal del ejecutivo estaba conformando su gobierno legítimo en 2006, en un Zócalo abarrotado de simpatizantes. Propuso cientos de nombres en la asamblea, y con la mención de cada uno de ellos la gente le aplaudía. Todos se integraron a la estructura; todos salvo uno: Carlos Ímaz. Ante ese personaje, la gente gritaba: ¡no, no! y abucheaba. No importó las veces que AMLO trató de convencerles, tampoco que lo reiterara en la sesión del día siguiente. La gente fue intransigente, no pasó el señor Ímaz. ¿Su pecado? Haber recibido dinero de Carlos Ahumada, en los videoescándalos de 2004. Ese sentir simplemente fue imposible de revertir por el presidente López Obrador.

Pues bien, algo parecido sucede en su gobierno con la causa femenina. Por más que intenta, YSQ no puede alterar la opinión y ganarse a las mujeres, ni la confianza que goza en todos lo otros frentes. No importa lo que diga al respecto, solo ahonda el problema y demuestra su nulo entendimiento de las dimensiones del tema. Cada vez que lo plantea, se le revierte.

Se pueden barruntar muchas razones por las cuales la causa femenina escapa del control de la presidencia. Tal vez porque las mujeres y la sociedad en su conjunto no solo buscaban la paridad de género en la estructura de gobierno (que hay que decirlo, se consiguió); querían y esperaban más por parte de la 4T. Tal vez porque muchas mujeres votaron por Morena no importando sus ideologías, porque pensaron que la violencia de género se vería reducida. El mandatario por lo visto es incapaz de cuidarlas. Tal vez sea simplemente suerte que ese haya sido el tema para ponerle un límite a su gobierno por parte del pueblo. Igual podía haber sido otro asunto...

En fin, especulaciones puede haber muchas. Como quiera verse —y la razón detrás de ello—, el hecho es que este es el tema donde se le pone un NO al presidente y AMLO no ha podido revertirlo. Ni siquiera entre sus votantes.

Hoy las muertes continúan, la toma de la CNDH por parte de las mujeres fue condenada, pero él sigue sin entender la profundidad del dolor en todo lo referente a las féminas. El titular de la nación tiene un talón de Aquiles; tan grande como la población femenina de México, tan profundo como que sigue perdiendo contra todas nosotras.