De aquellos polvos vienen estos lodos... 

Refrán popular

Ebrard cesa a Batres; no es un rompimiento con AMLO, dice.<br>El jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, destituyó ayer a Martí Batres del cargo de secretario de Desarrollo Social.<br>La remoción comenzó a gestarse antes del mediodía… se pidió al mandatario capitalino su opinión sobre los comentarios de Batres en relación con el saludo y asistencia al mensaje del presidente Felipe Calderón.<br>Al respecto, dijo: ‘yo respeto todas las opiniones de los servidores públicos; lo que habría que decirle a Martí es que, si no está a gusto —yo ya se lo dije—, pues no tiene nada que hacer en el gobierno'.<br>Puntualizó que cada quien está en libertad de opinar lo que quiera; sin embargo, advirtió, ‘para ser miembro de un gobierno tienes que ser congruente’.<br>Ebrard justificó su asistencia al mensaje de Calderón, ya que es presidente en turno de la Conago.<br>

La Jornada, 7 de septiembre de 2011

López Obrador desestimó la destitución del secretario de Martí Batres ordenada por Marcelo Ebrard.<br>En entrevista con Carmen Aristegui para MVS, AMLO atribuyó la polémica por la destitución a que hay interesados en dividir a la izquierda.<br>‘Llevo una buena relación con Marcelo; quieren que nos dividamos porque eso es lo que le conviene a la mafia del poder… Martí es un muy buen dirigente, una gente que yo estimo, un compañero, me parece consecuente’, expresó.<br>Cuestionado respecto a si fue injusta la actuación de Ebrard, el ex abanderado presidencial insistió: ‘Es una decisión que ellos tomaron, tienen una discrepancia; tomó Marcelo una decisión, yo te diría que estimo a los dos, no me voy a meter’.<br>El encuentro mismo Marcelo Ebrard-Felipe Calderón lo consideró como ‘irrelevante' y hasta lo justificó, pues el jefe de gobierno es presidente en turno de la Conago.<br>López Obrador incluso aseguró que del tema no polemizará: ‘Aunque yo no estuviera de acuerdo, él es libre, yo no soy un cacique’.<br>

La Razón, 8 de septiembre de 2011

— Pedro, ya me metí en problemas con Andrés Manuel por contratar a tu empresa, Protego, para renegociar la deuda de la Ciudad de México. López Obrador no me ha dicho nada, pero es obvio. Su gente sí expresa abiertamente su molesta. El más enojado es uno de mis colaboradores, Martí Batres...<br>— Para que veas la eficiencia de mis servicios, Marcelo; un beneficio colateral del contrato es que te abandonen impresentables como Batres… Y no te voy a cobrar más, jajajaja<br>

Trascendido de charla de 2007 en un Sanborns de Paseo de la Reforma entre el jefe de gobierno Ebrard y  su consultor Pedro Aspe, quien fuera secretario de Hacienda de Carlos Salinas 

El beso del diablo

En su columna de El Financiero, Juan Ignacio Zavala, hermano de Margarita y cuñado de Calderón, lanzó de título “Marcelo Presidente”. En su escrito explica —o intenta hacerlo— las razones por las cuales Ebrard, el actual secretario de Relaciones Exteriores, parece presidente de México.

Si pensó que le ayudaba al describir a Marcelo en esos términos y hacer ver que él es quien ha solucionado problemas (muchos de ellos creados por la propia 4T), no es así. De hecho, hay algunas personas que se preguntan si en realidad lo que sucede es que Ebrard más bien busca estar a cualquier costo en la foto del momento.

Como sea, dadas las credenciales del secretario y del columnista, en lugar de leerse como un puente entre la oposición y el gobierno de la 4T, el texto solo eleva las alarmas en contra de Ebrard.

Y si bien, son necesarias las coincidencias entre el grupo en el poder y la oposición (o lo que queda de la misma), en este caso, más que lograr que Ebrard sea visto como un servidor púbico que está cumpliendo con sus obligaciones, al ser señalado o descrito por Zavala levanta más dudas que certezas. Varias provenientes de Palacio Nacional.

Se ven las alianzas y hay alianzas que matan

No se debe olvidar que, durante la administración calderonista, Marcelo fue jefe de gobierno de la Ciudad de México. Estaba obligado, por lealtad al presidente legítimo López Obrador, a rechazar abiertamente a Felipe, cuñado de J.I. Zavala. Así lo hizo buena parte de su periodo, pero al final Ebrard flaqueó. Andrés Manuel tomó nota. Dijo el hoy primer mandatario que no vio mal el encuentro Calderón-Ebrard, pero a los políticos, sobre todo a los más experimentados, a veces conviene interpretarlos exactamente en sentido contrario a lo que expresan.

El hecho es que antes de concluir su mandato, Ebrard se relacionó un tanto irreflexivamente con el presidente espurio que había combatido, políticamente hablando, durante años. Si bien no tuvo en la última etapa de su gobierno una cercanía absoluta con el entonces presidente de la nación —presidente constitucional para todos, excepto para los lopezobradoristas que nunca aceptaron la legitimidad de Felipe—, cayó en la falta de subordinarse a la autoridad de Calderón al presentarse juntos a un evento. Insisto, Andrés Manuel tomó nota. Y en un hombre con la personalidad del actual presidente de México, que no acepta desviaciones en lo relacionado con la lealtad, eso significa mucho.

Lo más grave en aquel tiempo es que un pejista siempre leal, Martí Batres, a la sazón colaborador de Ebrard en el gobierno capitalino, se sintió obligado a cuestionar la desviación de su jefe. Ebrard respondió con el despido de Batres. Pudo Marcelo haber dialogado, prefirió la mano dura. 

¿Ya olvidó aquello Andrés Manuel? Que se sepa, su problema de salud, —superado— ha sido cardiaco. El alzhéimer parece tenerlo a años luz de distancia. Es decir, el hoy primer mandatario no olvida. No en balde, cuando Ebrard entró al gabinete de AMLO, los originales y verdaderamente leales militantes de Morena no lo tomaron muy bien. Ha estado en duda la lealtad de Marcelo a la 4T, y Zavala lo único que logra es acrecentarla.

En fin, hay alianzas que a los ojos de los lopezobradoristas mejor no deberían ser.

Historia del Innombrable y Marcelo

Manuel Camacho Solís fue el padrino y quien inició en la política (y en las mañas) a un muy joven Marcelo Ebrard. Al mismo tiempo, Camacho fue una de las personas más cercanas al innombrable Salinas de Gortari. Estuvo en las batallas internas para ser el candidato del presidente y cuando se optó por Colosio, a él lo enviaron de pacificador a Chiapas. Ante el artero asesinato de Luis Donaldo, Camacho supo que su participación en la política había terminado. Con ello, su pupilo aprendió la importancia de saber entablar amistades y relaciones con todos los actores, no importando el color, y no enojarse ni enfrentarse a ninguno.

Dicha técnica, años después le ayudaría en su transición entre partidos, que primero le acercó a AMLO y después, ya como jefe de gobierno, le llevó a pactar con toda clase de personajes para nada aceptables por el tabasqueño. Recordemos que al inicio de su sexenio como jefe de gobierno del Distrito Federal, contra la opinión de Andrés Manuel, el señor Ebrard contrató a Pedro Aspe (el más poderoso del grupo de Salinas) para renegociar la deuda de la ciudad capital. El problema de ello es que no pocos lo pensaron como una asociación con Salinas. ¿Lo fue? Seguramente, no. Lo más probable es que Marcelo recurrió a Pedro por la reconocida eficiencia de este en temas financieros, pero la duda quedó. Y sí la molestia de Andrés Manuel no se manifestó en forma abierta, desde luego existió. Trascendió que Aspe le dijo a Marcelo algo así como "y no te voy a cobrar si por mi causa te renuncia Martí Batres".

No me ayudes compadre

Zavala, en lugar de apoyar a Ebrard (o quizá justamente con ese fin), lo que en realidad hace es quemarlo al esbozarlo como presidenciable, además de volver a asociarlo con Calderón (por ser el primero el cuñado favorito de Felipe). Si lo hizo por ayudarlo, fue todo lo contrario. Si lo hizo por quemar a un funcionario que está consolidándose en su rubro, no fue tan malo el tiro.

Zavala escribió todo lo necesario y correcto para recordar la duda de la lealtad de Marcelo que ya existe. Le dio el beso del diablo.

Que Marcelo sepa convertirlo para la construcción de su candidatura o le signifique una losa, pronto lo sabremos.