Sinopsis: El adolescente Marty McFly es amigo de Doc, un científico al que todos toman por loco.<br>Cuando Doc crea una máquina para viajar en el tiempo, un error fortuito hace que Marty llegue a 1955, año en el que sus futuros padres aún no se habían conocido. Después de impedir su primer encuentro, deberá conseguir que se conozcan y se casen; de lo contrario, su existencia no sería posible.”<br>

Volver al futuro es una película estadounidense de 1985, dirigida por Robert Zemeckis y producida por Steven Spielberg y Bob Gale.

El Coronavirus viene a darle la puntilla a las esperanzas, expectativas y anhelos de la Cuarta Transformación. A rematarla, pues. Solo eso porque, la verdad sea dicha, ya venían heridos los proyectos y planes de esta administración desde un inicio por otras causas. ¿Quién del gobierno, en su sano juicio, puede pensar que los objetivos de “primero los pobres” y de Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía se van a concretar ahora todos al mismo tiempo y tal y cómo fueron planeados? ¿Cómo suponer que Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro o la Rifa del Avión Presidencial van a bastar después de que el virus haya arrasado con todo?

No obstante lo anterior, si se atiende a las lecciones de la historia, se deberá dar cabida a pensar que no todo está perdido. Que la crisis puede ser también la oportunidad de buscar nuevos (¿viejos?) rumbos y salir reinventado a través de ellos.

Hasta ahora, la 4T insiste en tener al petróleo cono base para potencializar la economía. Con el desplome en los precios del mismo, se deberá entender que ya no es el camino ni la forma para que México salga adelante. Hoy PEMEX (y con ella todos los mexicanos) paga por extraer petróleo. Los costos de sacarlo, transformarlo o importarlo son superiores al precio de venta. Si a lo anterior sumamos que uno de los proyectos insignia de la 4T consiste en refinarlo (Dos Bocas), podemos vislumbrar las dimensiones del fracaso ya anunciado en ese rubro.

Ya se dijo, además de Dos Bocas, la 4T cuenta con otros proyectos que no son rentables ni —desafortunadamente— crearán muchos empleos y sí, en cambio, problemas severos al medio ambiente. Es por ello fundamental repensar a dónde se tiene que enfocar la inversión que se hubiese hecho, procurando con ello lograr un mayor impacto tanto en términos económicos como en creación de empleos.

El compromiso de Andrés Manuel con las personas más necesitadas del país ha sido reforzado al llevar los programas asistenciales a la Constitución, pero si no hay dinero será imposible cumplir con dicha obligación. Para poder llevarlo a cabo es requisito indispensable reasignar recursos que ayuden a impulsar la economía y con ello poder contar con ingresos. El problema es que se ha agotado también la posibilidad de redistribuir fondos.

Por ello, el gobierno deberá establecer un plan B que lo lleve a transformar a México y ese nuevo esquema pasa forzosamente por abrirse a todas las posibilidades, incluidas algunas contrarias a la ideología de la 4T.

La Cuarta Transformación podrá culpar de su desgracia al COVID-19, al desplome en los precios del petróleo, a la economía mundial, a la baja en la tasa de interés o, incluso, a la mafia del poder. Lo cierto es que la crisis que atravesamos, todos lo sabemos, es mundial y eso no es imputable a la 4T. Lo que sí, es haber dinamitado estructuras e instituciones durante todo el año previo. El destruir esquemas de salud que hicieron al país más vulnerable ante contingencias. El haber generado incertidumbre entre los inversionistas al tirar lo ya realizado (como ocurrió con el NAICM) y establecer, a cambio, consultas populares amañadas (esperemos, ahora, que no sufra la misma suerte la cervecería Constellation Brands en Mexicali, Baja California).

La 4T puede crecer en esta crisis y mostrar su valía; lo que ya no podrá es seguir el camino que se había trazado.

Es evidente que el presidente AMLO no entiende qué está pasando, o se resiste a comprenderlo, pues no atiende la información que le proporcionan sus fuentes más cercanas y confiables. Ello se manifiesta, por ejemplo, cuando vemos que la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, está a nada de declarar la emergencia en la capital y ya pide a todos quedarse en casa, cuando que López Obrador envía el mensaje de que es adecuado salir a la calle y hacer la vida normalmente, como si nada ocurriese. O cuando su canciller, Ebrard, firma un acuerdo fronterizo a todas luces restrictivo —y apuntando a volverse aún más severo— y el primer mandatario se empeña en mantener abiertas las fronteras e incluso a recibir a más centroamericanos. La 4T está en crisis; hace olas y ya no es la que se planteó ni podrá ser ya nunca la misma.

Por el bien de ellos, y máxime del país, ojalá entiendan que lo que les apremia, como en la película Volver al futuro, es retomar los esquemas y proyectos existentes —y que tenían sentido económico y lógica administrativa— previos a su mandato y apurarse a ponerlos en práctica. No hay opción más realista ni más a la mano. Si, como se dice, ya se acabó la corrupción y esta era la que estorbaba, no hay ninguna razón para que no funcione lo que estaba al menos bien diseñado.