Cuando era niño los tatuajes eran muy difíciles de ver entre las personas, eran sinónimo de pertenecer o haber pertenecido a algo malo como a una banda de maleantes que te marcaba como parte del clan en donde para merecerlo tenías que haber matado a alguien o realizado alguna fechoría mayor, era algo oscuro como ser teibolera y tu padrote te tatuaba para que los demás supieran que eras de su propiedad, también estar tatuado era sinónimo de haber estado en la cárcel o pertenecer a un grupo dominante de alguna esfera política o económica oscura que dominaba a un gran sector poblacional o te ganabas el derecho a tener uno cuando hacías algo importante dentro de una corporación bélica o policiaca como los marines, las fuerzas especiales o el ejército. Hoy cualquier se tatúa lo que se le antoja aparentando rudeza o grandeza que nadie puede comprobar.
Los tatuajes deberían ser un premio o una marca otorgada por otros y no por uno mismo
No estoy en contra de los tatuajes, estoy en contra de quien se los hace sin tomar en cuenta que para tenerlo en la antigüedad había que ganárselo.
Los grandes guerreros que ganaban las batallas para sus dioses, emperadores o reyes se ganaban el derecho de ser tatuados o marcados por sus hazañas, conquistaban territorios, mataban a los enemigos o eran personas muy sabias que le daban a sus pueblos libertad, satisfacciones o grandeza, pero ¿un pinche contador Godínez, una asistente de dirección, un comerciante de verduras o un abogadillo, qué grandeza le dan a sus compañeros, a sus familias o a su comunidad?
La moda nerd para verte rudo e interesante
Hoy todo esta acaparado por los nerds o ñoños que han crecido con la facilidad de no haber luchado por nada, no tuvieron que enfrentarse al poder pidiendo sus derechos como los estudiantes del 68, no pelearon por la liberación femenina y el derecho al voto de la mujer y su integración socioeconómica, no batallaron por los derechos civiles ni humanos de nadie, no lucharon por la igualdad de género, ni siquiera por el cambio climático, simplemente cuando llegaron a su mayoría de edad, ya todo estaba puesto sobre la mesa.
Si usted le quita las barbas los lentes y los tatuajes a un hipster, encontrará debajo de esa flácida y gorda piel que jamás ha hecho ejercicio, a un desprotegido nerd, temeroso de su vida, inmiscuido en los problemas del país y del mundo desde su computadora dándole “like” a la lucha de los demás que sí se parten el alma para defender los derechos de todos, no hay compromiso real, solo han dejado que otros luchen por ellos mientras juegan en sus computadoras, celulares o tabletas riéndose de memes y criticando a todos desde la comodidad de su hogar o la cafetería que les da estatus, son nerds, no nos olvidemos de esto, no tienen aptitudes ni cualidades físicas o atléticas, han desarrollado la capacidad de drogarse con marihuana orgánica y ponerse unas pedotas demostrando que es lo más viril que pueden hacer, pero no saben pelear, no saben meter los puños ni defenderse a sí mismos, y por supuesto, no saben hacer el amor porque lo ven desde un punto de vista intelectual y no carnal, dejando al sexo opuesto o al de su preferencia totalmente insatisfecho.
Personajes que se merecen un tatuaje por sus fechorías
Después de lavar su baño en las cárceles de Panamá el ex gobernador Roberto Borge Angulo merece un tatuaje con una calavera y una taza de baño con una cacota con billetes saliendo de ella para que le haga recordar sus fechorías realizadas al pueblo de Quintana Roo.
Javier Duarte de Ochoa que recién llegó a México después de su estancia en las cárceles de Guatemala, debería tener un tatuaje con la leyenda: “Merezco abundancia” en honor a su mujer que vive felizmente en Europa.
Guillermo Elías Padrés es merecedor de un tatuaje que tenga el logotipo del PAN emergiendo de la presa privada que mandó hacer en su rancho con el dinero de todos los sonorenses y otro con la cara de su esposa torturando a su empleada doméstica por la golpiza que le dieron al ser acusada de robo de dinero y joyas.
Y así como ellos, una lista interminable de políticos y funcionarios públicos corruptos y prepotentes a los que podríamos tatuar para recordarles todos los días sobre sus hazañas y fechorías.