En un hecho inédito, el presidente Enrique Peño Nieto, tomó la decisión de establecer una charla con jóvenes de diferentes estados del país en el marco de su IV Informe de Gobierno, para abordar los ejes temáticos de su gestión.

El presidente traía sobre su espalda, el costal de heridas del pueblo mexicano por el recibimiento al candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, por lo que la noche en que dialogó con los jóvenes, fue el sello de su hundimiento.

Ésa fue la noche triste de Peña Nieto, la noche en la que la inmensa mayoría de los mexicanos, más del 74 por ciento de la población de acuerdo a los últimos sondeos de opinión, terminaron por desacreditarlo.

Lo que en un inicio parecía una buena idea, se convirtió en una pésima estrategia política, que sin duda, aumentará los niveles de desaprobación del mandatario ante la opinión pública, la gente está harta de simulaciones, y eso, parece ser que aún no lo entienden.

Ni bien arrancaba el encuentro con los 300 jóvenes y ya los medios de comunicación de cobertura nacional descubrían que esos jóvenes, formaban parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en otros casos, eran funcionarios de Gobiernos priistas. El colmo del cinismo.

Estos Jóvenes, lejos de criticar la gestión presidencial, hicieron preguntas cómodas, muy al estilo de la praxis priista, de la adulación y la veneración como si viviéramos en los tiempos del “Tlatoani”. Y eso fue lo que le molestó al pueblo de México, que no perdió tiempo en expresar su rechazo en las redes sociales en contra del presidente y de los jóvenes que actuaron como paleros del régimen.

En un país como México, tristeza les daría, a los héroes que nos dieron Patria y Libertad, al ver a jóvenes, llenos de vida, pero vacíos de espíritu y de alma. Jóvenes que deambulan como muertos vivientes, que no respiran, que no ponen en duda lo que el régimen afirma y que no reflexionan, muy parecido a las famosas películas hollywoodenses sobre zombies.

Aquí es donde encaja perfecto una de las frases más representativas del presidente ecuatoriano Rafael Corrrea, el que con su “Revolución Ciudadana” sacó adelante a su país, “ser joven es luchar contra la injusticia, no aceptar lo inaceptable, no dejarse domesticar”.

Mal por esos 300 jóvenes, sin duda lo malo se contagia, tienen hasta el mismo estilo de EPN, de hacer que no pasa nada y publicar en sus cuentas de redes sociales mensajes de felicidad y de que no pasa nada, cuando por dentro, sus conciencias no los deja tranquilos. Correrán la misma suerte que su ídolo: se ganarán el repudio mayoritario de los habitantes de sus estados de origen.

En estos cuatro años México no ha avanzado, por el contrario se ha estancado, por la falta de voluntad política y de eficacia para atender los grandes problemas nacionales: la pobreza ha aumentado, la economía no crece, la inseguridad y la violencia se han disparado y la corrupción ha sido el sello de este Gobierno.

De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en México hay dos millones más de pobres que hace dos años. El crecimiento de la población en estas condiciones pasó de 53.3 millones de mexicanos en el 2012, cuando Peña Nieto asumió la presidencia, a 55.3 millones de mexicanos en el 2014, lo que representa el 46.2 por ciento de la población, es decir, la mitad de los habitantes del país viven en situación de pobreza en el Gobierno del PRI.