José Antonio Meade aprovechó a la perfección la pantalla y los micrófonos de Televisa para relanzar su candidatura.

Y eso que, a diferencia de Andrés Manuel López Obrador, no le fue tendida la alfombra roja ni los sinodales se le pusieron a modo.

En su encuentro con los periodistas de Tercer Grado se mostró sobrado, apasionado, como nunca antes, ni siquiera el domingo.

Cuando Joaquín López-Dóriga le preguntó por qué la enjundia mostrada ante ellos no se le ha visto en los eventos de su campaña, reconoció que está aprendiendo; explicó que si en España bastan 15 días de campaña para cambiar los resultados, con los más de 50 que él tiene, lo conseguirá.

Ignoro si lo mostrado anoche y esta madrugada en Televisa le alcance para igualar a Ricardo Anaya y acercarse a López Obrador, pero no hay duda que en los cuartos de guerra de ambos debieron sonar las alarmas.

En definitiva, el equipo de Meade no ha sabido vender a su candidato y él, por fin, se decidió a soltarse el pelo.

Hoy el PRI sí puede decir que tiene candidato competitivo a la Presidencia, y todo gracias a que sus sinodales del Tercer Grado de Televisa no supieron qué hacer con alguien que tiene respuesta para todo.

Nada que ver con el encuentro con López Obrador, en donde las preguntas se quedaron sin respuesta.

En este episodio del Tercer Grado, Meade dio varias lecciones magistrales a los “genios”, como les llamó, no sé si con sorna o para agradarlos, que creyeron hacerle preguntas que eludiría o para las que no tendría respuesta.

Digamos que las más peliagudas fueron si considera honestos a Enrique Peña Nieto o a Carlos Romero Deschamps, o la referencia a que la corrupción priísta es la losa que carga en su campaña.

En el caso del presidente no dudó para contestar que sí lo considera honesto y cuando la pregunta fue sobre el líder petrolero, el candidato exhortó al reportero a que lo denuncie si es que tiene pruebas en su contra.

A respuestas tan categóricas, no hubo repreguntas.

En cuanto a la losa, explicó que quien está en la boleta es él, que por ser un ciudadano honesto se le hizo candidato. Dijo más, él es el cambio profundo.

Imposible debatir con quien tiene respuesta para todo, en especial si se tratan temas de economía como devaluaciones y neoliberalismo.

En todos los casos las preguntas parecían ingenuas, forzadas y no admitían repregunta porque Meade agotaba el tema y sus entrevistadores evidentemente no encontraban cómo tenderle una trampa dialéctica.

En definitiva, y escribiendo a marchas forzadas contra reloj apenas concluyó el encuentro en Televisa, creo que Meade abusó de sus sinodales que intentaron no ser tan complacientes como con López Obrador, pero sobre todo aprovechó la ocasión para relanzar su campaña.

Está claro que se ha sacudido los corsets que le hicieron perder tiempo valioso y que, si continúa como se mostró esta madrugada, López Obrador ya no se sentirá tan solo en la carrera a la Presidencia.

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(Artículo publicado originalmente en Impacto. Se reproduce aquí con autorización del autor)