Mientras escribo esta columna circula en algunas agencias de noticia la sospecha de que los magistrados del TEPJF  ya habrían tomado la resolución respecto al juicio de invalidación de elección presentado por el Movimiento Progresista, esta sería rechazada validando así a Enrique Peña Nieto como presidente electo de México. Anteriormente he señalado ya, los que considero retos que Peña Nieto deberá enfrentar, el otro actor de esta obra es Andrés Manuel López Obrador quién enfrentará retos no menores y por demás importantes para la vida social del país. 

Andrés Manuel en 2006 afrontó una etapa postelectoral que diría fue aún más angustiadora y polémica que esta, ahora en 2012, para él significa jugarse mucho en tal etapa, no solo es la pugna por la presidencia sino por su vigencia política. En 2006, no había incertidumbre respecto a su continuidad, se valía de un peso político y social por demás vasto para mantenerse seis años vigente y llegar a la próxima contienda presidencial. Esta vez, el escenario es diferente. 

Por un lado López Obrador ha agotado ya muchas de las opciones para mantenerse vigente en un medio político como el mexicano. Ha tenido desaciertos que sus oponentes han capitalizado ya muy astutamente, desde la campaña y en esta etapa postelectoral, y pasando por los ya “clásicos” como el plantón de reforma, la presidencia legítima y más. Otro aspecto es el escenario al que ahora se enfrenta dentro de la izquierda mexicana, es por demás claro que muchos de ellos lo han abandonado en su lucha. Por lo cuál, si Marcelo Ebrard no pudo ser el referente capaz de relevar a López Obrador en el bando de la izquierda en 2012, pinta para que sí lo sea en los próximos años y no sólo él, si Miguel Mancera lleva a cabo una buena labor al frente del gobierno del DF, éste se convertirá en otro fuerte contendiente izquierdista. López Obrador tendrá que ser muy hábil para poder conciliar a todas las bancadas de la izquierda y que éstas vuelvan a confiarle como su candidato por encima de otros líderes que ya han destacado en sus filas. 

Andrés Manuel, también tendrá que idear la mejor forma de acatar el fallo del tribunal (que no le favorecerá) en comparación a 2006. Durante su campaña electoral en 2012 reconoció en repetidas ocasiones a Felipe Calderón como presidente, lo cuál me parece demuestra que ha aprendido que el no reconocer al presidente legal e instaurar a modo de “protesta” una presidencia legítima lejos de beneficiarle le perjudicó. él mejor que nadie debe entender que México no esta para ningún tipo de estallido social en éstos momentos, por lo cuál deberá tomar medidas responsables para encausar a su movimiento en una vía sensata. 

Otra encrucijada en el camino de López Obrador es sacudirse de una vez por todas las corruptelas y oportunismos que en su movimiento se ha presentado. Si algo destaca en su discurso es su alto grado de moralidad, bueno, es hora de que lo demuestre contundentemente ya que sobre todo en esta campaña de 2012, en quizá cierta desesperación se le notó como nunca aceptando conocidos políticos corruptos, y muy cercano a empresarios de muy bajo grado moral. 

López Obrador nos vendió  también un discurso amoroso en éste 2012. Es ahora cuando en verdad deberá ser congruente y fiel a tal discurso, hacerlo en campaña es un tanto fácil, ya que se trata de ganar votos, pero llevarlo a la realidad cuando las cosas no te favorecen es difícil, aún por muchas injusticias que puedan existir con las que pareciera quisiera justificar su drástico cambio. Si López Obrador no mantiene la postura amorosa y conciliadora que propuso durante su campaña, entonces, vendrá a quedar como un impostor, vendrá a ocupar un lugar dentro de la clase política mexicana inmoral que juega con los sentimientos del pueblo para beneficios propios. Hasta ahora se ha mantenido cautelosamente debajo del margen de la ley, aunque parece anunciar drásticamente el no aceptar el fallo del tribunal si éste no le favorece, entonces me parece que para ser congruente deberá llevar a cabo los principios de la república amorosa, y reconocer dicho fallo e iniciar la conciliación desde ahora y no esperarse a la próxima temporada electoral. De hacer tal, su movimiento se levantaría como el movimiento social más importante del México actual (que lo ha sido los últimos seis años), y bajo ese tono de reconciliación continuar su lucha social, de resistencia y de oposición en contra del régimen. De tomar la vía radical y ortodoxa seremos testigos del ya nombrado “suicidio político” de su movimiento. 

Seamos conscientes, México así como necesita que Peña Nieto pueda hacer un buen gobierno, también necesita que un personaje por demás importante de la vida política y social de nuestra época (sino es que el más importante) cómo López Obrador tome la mejor vía para un movimiento que sin duda pienso puede traerle aún muchos beneficios a México.