Y les van a salir más y mucho más vergonzosos.

Los casos del ex candidato a la alcaldía de Juárez, Nuevo León, acusado de extorsión y ahora el del super delegado en San Luis Potosí, castigado por su propio partido por ejercer violencia política en contra de una militante, son apenas el inicio del pago de un precio que Morena tendrá irremediablemente que liquidar.

El éxito no viene solo, siempre trae acompañado situaciones de este tipo a las que se les debe hacer frente; para ello es necesario dimensionar, primero, que el daño en la imagen no es sólo para Morena, sino en mucho y eso es lo que busca, al nuevo Gobierno de la República.

Y si las circunstancias han impuesto una nueva manera de hacer las cosas, es imprescindible, considerando la bandera de lo moral que se enarbola como estandarte, actuar en concordancia y asumir las consecuencias.

No se vale, porque ya nadie se las compra, la defensa a ultranza de siempre, la actitud de los partidos de deslindarse y pretender que se trató de un “ligero error”. Estuvieron o aún están ahí y para ello han tenido, o aún tienen, el aval del instituto político.

En el caso de Nuevo León ya las autoridades competentes actúan y se trata de una persona que participó como su candidato sin ganar; muy distinto el del super delegado en San Luis Potosí al que ya el partido ha sancionado con seis meses sin derechos políticos al personaje de marras. ¿Qué hará el Gobierno de la 4ª. Transformación al respecto? ¿Le perdonará como a tantos otros? ¿Continuará en el cargo a pesar del castigo de Morena?

Y aparecerán más casos en breve.

El punto es ¿cómo reaccionarán Morena, el Gobierno y su líder moral ante ellos?

De eso dependerá si se mantiene o no la confianza del “pueblo sabio”, porque una cosa es la lucha contra la corrupción y el castigo a los anteriores y otra, muy distinta, es manchar desde adentro sus colores y emblemas.

Vamos viendo de qué lado masca la iguana… o “El Peje”.