Nadie duda de las buenas intenciones del diputado local nuevoleonés Luis Susarrey cuando propone convertir la azotea del edificio legislativo y el techo del salón polivalente adyacente en jardines verdes, pero…

Antes de subir a la tribuna del pleno a plantear este tipo de propuestas, el legislador debería actuar con responsabilidad e indagar la capacidad de carga de la loza en la que pretende poner su espacio verde a fin de evitar una tragedia de enormes proporciones.

Baste recordar que a uno de los más prestigiados despachos de arquitectos del país, el de mi amigo Xavier Sordo, se le cayó un techo en la Plaza Artz Pedregal de la capital hace menos de un año, precisamente por no haber calculado el peso de las macetas, la tierra y el agua que de manera natural se añadió.

El edificio del poder legislativo es propiedad de todos los nuevoleoneses y como en una pequeñísima parte me pertenece, me siento con el derecho y sobre todo con la obligación moral de advertirle al diputado sobre su brillante ideota.

Muy bonita, muy “cool”, muy “millenial”, pero si no se toman en cuenta antecedentes, historia y riesgos, el jardincito nos puede costar muy caro, bastante caro diría yo, porque no sólo sería el costo de la reconstrucción del edificio que como dominó terminaría cayendo en forma de sándwich hasta el suelo, sino la irreparable pérdida de vidas humanas en un derrumbe que por simple lógica, podría darse a la hora de mayor circulación de personas, incluidos todos los diputados.

¿Checamos si el techo aguanta o le seguimos con la “ideota”? ftijerin@rtvnews.com