Para todos los que tuvimos la fortuna de nacer en los ochentas, visitar los lugares en donde se rentaban películas en VHS (y Betamax, en algunos casos) era un rito que se repetía una vez a la semana. Entre los “estrenos” de dos o más años de antigüedad y las películas clásicas, se encontraba una sección de cine mexicano, que hasta bien entrada la década de los noventa, era dominada en su mayoría por los denominados “videohomes”, en su mayoría, películas de ficheras.

Este tipo de películas, la mayoría comedias “pícaras” con abundantes desnudos femeninos, eran parte de un auténtico imperio económico que se extendió por México y buena parte de Estados Unidos. Y en este tipo de cine, de baja calidad pero en ocasiones sumamente gracioso, Alberto “El Caballo” Rojas era prácticamente el rey.

El comediante, fallecido este domingo víctima de cáncer, apareció en al menos 81 de estas películas y dirigió 16 de ellas. Hay algunas  que pueden ser consideradas parte de una saga: “Un macho y sus puchachas”, “Un macho en la casa de citas”, “Un macho en el salón de belleza”, “Un macho en la tortería”, “Un macho en el hotel”, “Un macho en el reformatorio de señoritas” y otras de títulos de dudoso humor como “Mi novia ya no es virginia” y “Bang bang al hoyo”. 

Por supuesto, pese a mi curiosidad a mi nunca me dejaron rentar esas películas, aunque después pude verlas en televisión por cable y en Internet, en donde están disponibles hoy en día.

Y como olvidar esos posters pintados que adornaban las video rentas que no pertenecían a ninguna cadena nacional, en donde El Caballo y sus facciones exageradas aparecía rodeado de mujeres de una apariencia que ya no se ve tanto hoy en día.

A El Caballo lo van a extrañar muchos guarros y aficionados al viejo cine “a la mexicana”, ese que existía antes de que tuviéramos dos directores y un director de fotografía ganadores del Óscar. Que descanse en paz.