Pese al esfuerzo realizado por muchas generaciones para afianzar el Estado de Derecho, lamentablemente vivimos en un país donde el fiscal que investiga Delitos Electorales litiga en la prensa los expedientes que llegan a su escritorio.
Donde un caricaturista al amparo de lo que entiende como su libertad de expresión, llama “perra” a una mujer ante el silencio ominoso de las feministas y por supuesto, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. En un México en donde una defensora de derechos humanos grita y humilla a policías, sólo porque cree que su condición de activista le debe dar un estatus especial frente a la ley.
Así es el país en estos días, una especie de comunidad del caos, en donde priva la ley del más fuerte, del que grita más (mediáticamente hablando).
Por eso no me extraña nada que el abogado Paulo Díez Gargari, representante legal de la empresa Infraiber, siga actuando en total impunidad, haciendo señalamientos y acusaciones sin sustento, y sin mostrar ningún temor de que sus acciones y expresiones, vayan a generarle consecuencias legales.
Me refiero por supuesto a la ofensiva mediática que el representante jurídico de la empresa Tecnología Aplicada Infraiber, ha iniciado recientemente en contra de los nuevos dueños de una de las filiales de OHL en México, la compañía internacional IFM Investors, de origen australiano, que decidió invertir en nuestro país parte de sus recursos provenientes de los fondos de ahorro de 15 millones de personas en todo el mundo.
La ruta que ha iniciado Paulo Díez para lanzar esta nueva campaña de descrédito contra una empresa que arriesga su dinero en México, es harto conocida. Así operó en contra de OHL, causándole un daño en su imagen y sus finanzas, mismas que la compañía ha puesto del conocimiento de una autoridad que, para variar, no actúa porque el abogado de Infraiber, como litigante de barandilla de pueblo, la hostiga, amaga e intimida permanentemente con la ayuda de sus amigos de los medios.
La estrategia es clara: mientras más investigaciones civiles y penales acumula de parte de sus víctimas, Paulo Díez endurece su discurso, al grado incluso del insulto. Las redes sociales, por supuesto, aplauden “su valentía” de decirle corruptos a todo mundo sin más pruebas que sus propios dichos. Lo que esa jauría que lo sigue y lo que algún tonto útil de los medios no sabe, es que actúa como la rata acorralada, tirando su resto, buscando impunidad.
Así como la corrupción y la ineficiencia gubernamental, Paulo Díez es un ejemplo del México que debemos denunciar y que queremos dejar atrás. Su actuar no es el de una gente bienintencionada que quiere el bien para México; lo suyo es ser el sicario mediático del dueño de Infraiber, un calumniador que se la pasa con un fusil al hombro disparándole a una presa, su presa favorita, lo mismo desde la cabina de Aristegui Noticias que usando espacios pagados de Diario Reforma.
Como ciudadano, Díez Gargari tiene todo el derecho a sospechar. Lo que Carmen Aristegui llama “el derecho a la suspicacia”. Pero Paulo Díez no puede ignorar por más tiempo y alguien se lo debería recordar, que sus percepciones son personales y que acusar sin pruebas, por inferencias, de oídas, o sólo por sentirse con la “calidad moral” de hacerlo, es un delito aquí y en China. Y es más inmoral cuando se es “fuente interesada”, aunque se presente o quiera presentarse como una especie de “justiciero social”.
Muchas calumnias se han escrito contra OHL en los medios y en las redes sociales, a partir de las suposiciones de Paulo Díez. Por ejemplo, que es la empresa favorita del presidente Enrique Peña Nieto, cuando en este sexenio sólo ha obtenido 1, sí, uno, de los 170 contratos de grandes obras públicas licitados por esta administración. De ese tamaño es la mentira.
Sin embargo, esos mismos medios y redes sociales no se preguntan qué es Infraiber y por qué el interés obsesivo de Paulo Díez de atacar mediáticamente a OHL. De sus 50 últimos tuits, 46 son en contra de la empresa española, cuestionando y amenazando autoridades que tienen en sus manos expedientes en su contra, y en contra de IFM Investors.
¿Por qué esa prensa que se presta a difundir señalamientos calumniosos de este delincuente, nunca han dicho que Infraiber obtuvo un contrato por 4 mil millones de pesos a sólo 3 meses de su constitución? ¿Acaso eso no es corrupción? ¿A poco no saben que Eruviel Ávila, otro de los villanos favoritos de Diez Gargari, le quitó dicho contrato porque Infraiber nunca instaló ningún equipo como estaba contemplado en su contrato y que Infraiber culpó a OHL de esa decisión y por eso la ha atacado todo este tiempo?
Es preocupante que ahora que estamos viendo que muy probablemente desaparezca el Tratado de Libre Comercio (TLC) nadie en el gobierno mexicano se preocupe por el grave daño que le hacen estos delincuentes mediáticos al país cuando atacan con sus sospechas y sus intereses económicos, a los inversionistas que vienen a arriesgar su dinero. Hay elementos jurídicos para sentar precedente. Como decía el clásico: ¿Tendrán el valor, o les vale?