Bastaron unas semanas, días, horas y finalmente unos minutos para que nuestras conversaciones y forma de vivir cambiaran. La realidad devoró a la ficción.

Repentinamente, los presidentes de Francia, Italia y España, prohibieron a la gente salir de sus casas salvo ciertas condiciones basadas en tiempo, motivo y distancia de la salida.

La medida no solo parece justa sino necesaria. La crisis del coronavirus, particularmente en este momento para los europeos, precisa de estrictas medidas de seguridad sanitaria.

No obstante, estas medidas parecen rebasar nuestras libertades fundamentales y datos históricos, advierten sobre el peligro de que algunas de estas permanezcan o dejen huella una vez que la crisis haya terminado. Por ejemplo, ciertas medidas de seguridad que han permanecido después del 9/11 en todo el mundo.

Francia ha impuesto reglas estrictas,  Hong Kong obliga a las personas que deseen ingresar en su territorio a portar un brazalete electrónico para ser monitoreados y asegurarse que respeten la cuarentena; China ha monitoreado teléfonos, usado cámaras de reconocimiento facial y obligado a las personas a informar sobre su temperatura corporal y condición médica. En Moscú, 100.000 cámaras de reconocimiento facial vigilan a las personas en cuarentena. El primer ministro israelí, autorizó el despliegue de tecnología de vigilancia reservada para combatir terroristas a fin de rastrear a personas con coronavirus.

Corine Pelluchon, filósofa francesa expresó: “este virus nos recuerda que la salud es la principal condición de la libertad”

Es cierto, sin salud la libertad nos sirve de poco y en este caso al hablar de salud nos referimos a seguridad, pues las medidas han sido tomadas por seguridad sanitaria. Sin embargo, ¿debe la seguridad ser un valor superior a la voluntad de una persona a viajar, a la necesidad de otras a salir a trabajar y las de unas cuantas más de únicamente salir de manera responsable?

Entendemos que la crisis del Covid-19, requiere serias medidas como el no salir de casa, pero ¿deben tales medidas obligar a una persona a portar un brazalete? ¿es preciso anteponer el derecho a la seguridad a el derecho a la libertad?

En un artículo publicado en The Financial Times Yuval Noah Harari, explica que podemos y debemos disfrutar tanto de la privacidad como de la salud: “Podemos proteger nuestra salud y detener la epidemia sin instituir regímenes de vigilancia totalitaria a través del empoderamiento de los ciudadanos”

Es fundamental seguir haciendo uso de las nuevas tecnologías, pero estas tecnologías deben empoderar a los ciudadanos y no amputar sus libertades.

Yuval Noah explica que el monitoreo centralizado y los castigos severos no son la única forma para lograr que las personas cumplan reglas: “Cuando las personas confían en las autoridades y se les informan hechos científicos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto sin tener un Big Brother que los vigile constantemente”

La solución no debe de residir en establecer un régimen de vigilancia totalitario que amenace las libertades fundamentales e implique un retroceso en la conquista de los derechos.

De igual modo, Noah refiere que esta crisis puede representar la oportunidad de reconstruir la confianza de las personas en la ciencia, en las autoridades y en los medios de comunicación.

Autoridades, comunidad científica y medios de comunicación deben de recuperar su legitimidad y las personas escucharlos con confianza dejando atrás teorías de conspiración sin ningún fundamento.

Una población educada y bien informada, suele ser más poderosa y efectiva que una población ignorante, vigilada y presa del miedo.