Todo comenzó cuando a partir de 1867 el Imperio austro-húngaro tendría un gran poderío político y económico, coincidiendo con el regreso a ese imperio de la emperatriz Carlota de Habsburgo, la viuda de Maximiliano, y con su re-encuentro con el Príncipe Felipe, su hermano, y ese empoderamiento no le convenía a los intereses del imperio británico.

Después, la subsecuente Primera Guerra Mundial, que intentó acabar con el Imperio austro-húngaro, y de paso con el otomano, fue un fracaso en todos los sentidos, sobre todo en el económico, ya que no se obtuvieron las ganancias que se esperaban con una guerra de tal magnitud; por eso, la influenza española de 1918, que acabó con la vida de 50 millones de personas en esa época, incluyendo soldadas y civiles, casualmente el mismo número de decesos de la Segunda Guerra Mundial, que ya se conocía desde la Edad Media, que ya había causado epidemias pero nunca de tal magnitud, pero por la mortalidad que causó en 1918, le vino como anillo al dedo a los intereses que existían para que se reordenara el Mundo y la economía, incluyendo la de Wall Street, acabando la Primera Guerra Mundial.

Desde esa época comenzaron a existir muchas dudas sobre las estadísticas de mortalidad por influenza española, ya que existían otras enfermedades, como fiebre tifoidea y estreptococo, que causaban un cuadro igual al de dicha influenza, y que no causaban tan alta mortalidad, pero era muy fácil, desde un punto de vista estadístico, que todo aquel que fuera diagnosticado con influenza española, muriera, finalmente, eso es entendible cuando ocurre una pandemia.

Por eso resulta muy interesante analizar, desde un punto de vista histórico, que coincidentemente cuando comenzó a morir tanta gente en Europa presuntamente por influenza española en 1918, la Primera Guerra Mundial finalizó.

Un dato histórico que genera mucha desconfianza sobre la influenza española es que comenzó a afectar a soldados estadounidenses en su territorio, y aún sabiendo que estaban infectados, el entonces presidente de esa nación, Woodrow Wilson, decidió enviarlos al frente de batalla europeo, y, como si se tratara de una conspiración del más alto nivel, un millón de soldados alemanes se contagiaron de éstos, que resultó más fácil que matarlos mientras se encontraban en las famosas trincheras de la Primera Guerra Mundial con el rudimentario armamento que entonces tenían, incluyendo las bombas de gas mostaza.

Nota cultural agregada: La película “Caballo de guerra” del director Steven Spielberg muestra muy interesantemente la trágica historia de la Primera Guerra Mundial.