Nadie olvida, el bochornoso espectáculo de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México.

Las recientes controversias en torno a la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero han puesto nuevamente de manifiesto el riesgo de que Morena, en caso de perder alguna entidad o la mayoría en la Cámara de Diputados, reclamará fraude electoral, denostará al Instituto Nacional Electoral, vapuleará a Lorenzo Córdova, injuriará a Ciro Murayama y culpará a la “derecha conservadora” de haber orquestado un fraude electoral”.

Ello, ciertamente, no sería una sorpresa en la carrera política de Andrés Manuel López Obrador. Nadie olvida, al día de hoy, el bochornoso espectáculo de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México.

Sin embargo, la anticipación de un presunto fraude electoral no es exclusivo de las democracias en ciernes. El lector recordará que Donald Trump, meses previos a las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, vaticinó mañosamente que el partido opositor planeaba una estratagema que buscaba otorgar ilegítimamente la presidencia al demócrata Joe Biden. Lo hizo una y otra vez. Una vez concluidos los comicios, y con Biden como ganador, Trump montó un espectáculo teatral en los medios de comunicación y en las cortes con el propósito de arrebatar la presidencia al legítimo ganador.

Rumbo a las elecciones del próximo 6 de junio, Félix Salgado Macedonio ha asegurado que si el Tribunal Electoral refrenda la decisión del INE, este último “va a caer”. Amenaza abierta y descarada contra la autoridad electoral del país. Según ha trascendido, el Tribunal devolverá el caso al INE, lo que podría blindarle para tomar las decisiones que mejor respeten el espíritu de la ley.

El INE no ha violado la ley

Por otro lado, Epigmenio Ibarra, en su cuenta de twitter, aseveró que la “derecha” planeaba una guerra y un golpe de Estado para prevenir la victoria de Morena y de sus aliados ¡Un golpe de Estado! Ciertamente la desafortunada intervención de Ibarra bien merecería una corrección en términos de conceptos de la ciencia política, pero a la vez, el individuo trasluce la intención de sus correligionarios de no reconocer los resultados de las elecciones si éstas son adversas a AMLO y a sus aliados.

En este contexto, una aseveración es cierta a la luz de la evidencia: el INE no ha violado la ley. Simplemente, en tanto que autoridad electoral reconocida como tal en la Constitución y en las leyes, se ha erigido como árbitro en la materia en el marco de sus competencias legales. Mucho se podrá descalificar a Córdova o Murayama, pero Morena y sus aliados han demostrado que, bajo el paraguas del combate contra la corrupción y la pobreza, representan una amenaza al orden constitucional.

El 6 de junio los mexicanos votaremos, y el INE, en su deber, estará allí para salvaguardar el orden y la democracia, pues para eso fue instituido.