Hace un par de años el PRD era el partido político dominante en Baja California Sur. Hoy, el PRD es la tercera fuerza política en ese estado turístico. En las pasadas elecciones perdió la gubernatura y la presidencia municipal de la capital, La Paz. Solo pudo ganar la alcaldía de Los Cabos con un candidato de apellidos conocidos: Agúndez Montaño. Pero no hablo de Narciso, el ex gobernador que ha sido arrestado por peculado, sino de su hermano Antonio.

 

Baja California Sur es ahora una entidad gobernada por el PAN. El segundo partido en importancia es el PRI. ¿Y el PRD? Ya no cuenta.

 

Un arreglo, sin duda corrupto, entre el ex gobernador perredista (fue militante del PRD durante todo su gobierno) Narciso Agúndez y los chuchos, a los que apoyaron Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, le dio la candidatura al gobierno estatal a un impresentable político, hoy en problemas con la justicia incluso por nexos con el crimen organizado, el perredista Luis Armando Díaz, lo que puso fuera del Partido de la Revolución Democrática (se fue al PAN) al actual gobernante Marcos Covarrubias Villaseñor.

 

Leonel Cota, ex dirigente del PRD y ex gobernador de Baja California Sur, se cansó de denunciar la corrupción de Agúndez, al que nadie en la cúpula perredista quiso sancionar. Por cierto, en los últimos años Agúndez fue, como los chuchos y Camacho, enemigo de López Obrador.

 

Hoy el PRD dice que Agúndez, perredista todo su periodo de gobierno, ya no milita en el partido y que apoya al PRI. Eso, más que un deslinde, es un acto de cinismo.

 

No es el único gobernante perredista en problemas. A Leonel Godoy, que acaba de dejar la gubernatura de Michoacán, su sucesor, Fausto Vallejo del PRI, le ha armado ya expedientes que lo pueden meter en problemas. Y más complicada es la situación de Amalia García, ex gobernadora de Zacatecas a la que su sucesor, Miguel Alonso del PRI, ya ha acusado de acciones de corrupción.

 

Es increíble que un partido tan sucio como el PRD tenga como candidato presidencial al político más limpio, Andrés Manuel López Obrador. Lo peor llegará si AMLO no gana las elecciones, ya que por su buena campaña hará que el perredismo quede unos cuantos puntos abajo del priismo, lo que dará mucho poder y dinero a los inmorales chuchos, que han monopolizado en el PRD las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados.

 

Si AMLO gana, gobernará con las personas honorables que han apoyado su movimiento, lo que significa que hará a un lado a los chuchos. Pero si no gana, muy poca gente de MORENA tendrá cargos en el Congreso porque la burocracia del PRD, jugando a la segura, se quedará con prácticamente todo.

 

Por otra parte, qué manera de reconocer una derrota periodística la de Ciro Gómez Leyva. En su columna de hoy dijo:

 

“Peña Nieto sabía perfectamente adónde iba el miércoles. Los 10 puntos de rating nacional a la medianoche (supongo que un récord) le dieron la razón. Más allá de sus luces intelectuales, es un gran estratega. Y su estrategia en Tercer Grado fue hablar y seguir hablando con serenidad para millones de televidentes. Nos cobró con miradas, ademanes y retórica cada intento, logrado o no, de interrupción. Aprovechó su condición de visitante y minoría. Deduzco que su pauta ordenaba responder las preguntas con un largo desarrollo, sin que importara tanto lo que quedara al final: lo esencial era aprovechar cada minuto del programa”.

 

En efecto, Enrique Peña Nieto dominó aplastantemente a los periodista de Tercer Grado ya que, como dice Gómez Leyva, hasta con simples “miradas” callaba a Carlos Loret de Mota, Joaquín López-Dóriga, Adela Micha, Brozo, Denise Maerker, Carlos Marín, al propio Ciro y al coordinador de la mesa Leopoldo Gómez.

 

Con “miradas” Peña Nieto pasó por encima de los periodistas de Televisa. Obviamente esto no habla mal de Peña Nieto, sino de sus anfitriones. Y viene la paliza que a ellos les dará, con o sin miradas, Andrés Manuel López Obrador.