El padre de la escritora australiana P.L. Travers, cuyo nombre verdadero era Helen Lyndon Goff, murió cuando ella tenía 7 años. 

El señor Travers Robert Goff (de quien recupera el nombre para convertirlo en el pseudónimo de su apellido) era un alcohólico irresponsable que fue incapaz de brindar un hogar seguro y estable a su familia debido a las secuelas de su enfermedad. Sin embargo, la forma como inspiró su recuerdo la pequeña Ginty, despertó en ella la pasión por la escritura, la poesía y la narrativa.

La autora de Mary Poppins transformó cada una de sus lágrimas y recuerdos dolorosísimos, en las palabras que dan forma a su obra, incluyendo a uno de los personajes principales: George Banks, que representaba a su propio padre.

Walt Disney casi pierde los derechos de la obra para filmar la película, porque no había sido capaz de entender que en la obra de Travers, la institutriz (Mary Poppins) no llega a salvar a los niños, sino al padre. La historia era en gran parte, la biografía de la autora, que había encontrado en la escritura una forma de curar su pasado y devolver a su padre el valor y dignidad que sólo ella había sido capaz de ver a través de sus ojos de niña.

Toda esta historia real, está plasmada en la película “Saving Mr. Banks”. 

Hace unos días, escribí un artículo denominado “la cura por al escritura”, donde recupero algunas de las ideas plasmadas por Gabriel García de Oro para curar males espirituales y ayudar a sanar heridas emocionales.

Sin embargo, escribir es sólo la herramienta utilizada a través del combustible de los recuerdos. La clave es el perdón. El patrón que noté en cada una de las historias que investigué de autores, pensadores y científicos famosos y que no puedo contar aquí porque son demasiadas, es la voluntad de los personajes de utilizar el dolor como motor creativo.

Como profesora, me pregunto cómo la ciencia y las artes, que ocupan el último peldaño en los currícula mundiales, pueden ayudar a sanar a nuestros alumnos a la vez que los ayudamos a potenciar el genio creativo que posee cada uno de ellos.

Pienso en tres interrogantes básicos

1.- ¿Por qué algunos padres terribles (irresponsables, abusivos, delincuentes) tienen hijos modelo?

2.-¿Por qué otros padres amorosos, responsables y proveedores tienen hijos que son capaces incluso de asesinarlos para salirse con la suya?

3.- ¿Es posible entonces que el trato parental influya pero no determine la formación de un individuo en tanto éste decida cómo quiere que sea su futuro y encuentre la pasión que le permita exorcizar el dolor experimentado en el seno familiar?

Gracias a tus malos padres

Richard Bach el escritor de  “Juan Salvador Gaviota” es bien conocido por sus aportes al amplio mundo de literatura de superación personal, pero hay mucho de la tradición oriental sosteniendo la obra de este veterano autor.

Para fines de este artículo, me interesa rescatar una de sus obras menos conocida: “Gracias a tus malos padres”, que tiene mucho que ver con la mirada del que triunfa sobre el determinismo que regula el sentido común: “origen es destino”.

Esta falacia no solamente ignora que del dolor se pueden extraer las más valiosas lecciones, sino que da por hecho que el ser humano carece de la voluntad para construir su propio destino.

“A los Malos Padres que han sido la causa de que la casa se redujera a pedazos. Porque sé que por cada cosa que se ha roto, hallarás una bendición”, dice Bach al inicio de la obra y para comprobarlo, le muestro algunas de las perlas de sabiduría que deja este autor al afortunado lector que comprenda las lecciones de este libro.

"¿Quién determina si el desastre que hemos sufrido constituye una bendición?

Nosotros mismos

¿Quién puede probar que es realmente así?

Nosotros" 

Todo se reduce, dice Bach, a elevar plegarias de gratitud, desafiantes, tenaces, continuas, hasta que el desastre se haya convertido en recuerdo.

 

-       “Gracias por no tener en cuenta mi dolor, porque he aprendido a desprenderme de él”

-       “Gracias por no estar allí para mí…Ahora estoy aquí para mí mismo”

-       “Gracias por ser mezquino, porque he aprendido a ser gentil”

-      “Gracias por enseñarme lo que no es el amor, para no buscarlo donde no se lo puede hallar”

Este fin de semana, se festeja en México el día del Padre. Es un buen momento para reflexionar sobre el papel del progenitor en nuestras vidas y agradecer todo, porque bien pensado el asunto, no hay malos recuerdos, sólo mentes incapaces de reconocer la enseñanza oculta detrás de la experiencia.

¿Usted qué opina, estimado lector?