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Dicen que cuando un escritor fallece, no se muere una persona sino los infinitos caminos e historias que la iluminación y la creatividad permiten: los versos no escritos, las palabras no guardadas, los puntos nunca puestos, las comas no marcadas. Mueren las historias no plasmadas y las oraciones que apenas se iban a escribir. También se dice que al morir, los únicos que sufren son quienes se quedan aquí, entre la incertidumbre de la enfermedad y el sufrimiento propio del dolor; quien se va, descansa y retorna a un sitio donde lo efímero no existe.

Estudioso de la cosmovisión azteca y autor del libro “Shebagrama. Conexiones bíblicas”, el día veinte, del año veintiuno y siglo veintiuno, fallece por Covid-19 el escritor Luis Arturo Medina Márquez, mejor conocido como Abi Zucaide.

Luis Arturo profesaba que el mensaje era mucho más importante que el mensajero y desde aquella humildad, se dedicó a repartir el conocimiento y sembrar semillas de vida para el retorno de la veneración a deidades indígenas que fueron sepultadas con la evangelización cristiana aparejada a la violenta conquista de los españoles en la tierra mexica.

Después de tener una revelación espiritual, Medina dejó todo en Tamaulipas y se trasladó hasta la meca del Valle del Mezquital en Hidalgo, instalándose durante 30 años en el lugar más elevado encumbrado en Chapantongo. Sus estudios teológicos llegaron a materializarse en un ambicioso proyecto cultural para el rescate de las raíces indígenas, mexicanas, chamánicas, bíblicas y ancestrales en torno a la montaña de Coatepec (Hualtepec).

Abi Zucaide aseguraba que fue conducido para descubrir en su análisis varios misterios de Dios y que, a pesar de la investigación que realizó del hebreo, la biblia, la torá y otros libros sagrados judíos, en “Shebagrama” hay escritas respuestas existenciales de conexión entre el antigui y nuevo testamento, que estaban ocultos hace más de 2 mil años. Así lo platicó en esta entrevista: 

Su libro ha sido descrito como “el tercer testamento de México para el mundo” y ante su partida, el “retorno del Quetzal” se queda pendiente, con él, uno de los más grandes proyectos de rescate cultural de la memoria ancestral.

Luis Arturo Medina Márquez pretendía concretar el proyecto "El Regreso de los Abuelos", consistente en una peregrinación desde el Templo Mayor en la Ciudad de México hacia Chapantongo, Hidalgo, que llegaría a las faldas del cerro de Coatepec para instalar “la aldea de los abuelos”.

La aldea de los abuelos

Según su hija Alejandra Lozano Mier y Terán, tradicionalmente a través de las caminatas se reconectaban las personas con la Madre Tierra y El Gran Espíritu para atraer el bienestar en equilibrio para sí mismos y el entorno.

Este proyecto buscó recuperar las memorias de las y los abuelos provenientes de comunidades indígenas de todo el país para instalarse, con esta peregrinación, en un rezo permanente en el que las visiones y mensajes se pudieran materializar en armonía.

El rescate cultural de los pueblos originarios para reunir el conocimiento prehispánico junto con sus leyendas, mitos, danzas, ceremonias y prácticas herbolarias busca revertir los cinco siglos de marginación en los que los nichos de las comunidades no ha podido socializar ni compartir sus conocimientos, dejando a la tradición oral en sus sitios de origen la única vía para la supervivencia de una cosmovisión constantemente amenazada.

La familia que hoy se enluta con la dolorosa pérdida, ha buscado concientizar sobre todo lo que vivían nuestros abuelos, que en algún momento llegó a una pausa.

Alejandra también ha compartido en días previos que todas las tradiciones de la Toltecayotl y los indígenas mexicanos “callaron en un letargo, la noche llegó a ellas, invitándonos a descubrir otras maneras de vivir, conocer la desconexión entre el ser y todo lo que lo rodea, las dinámicas de poder, avaricia, soberbia, la sed de tener y poseer, entre tantas otras, vivir esto era realmente necesario para encontrar un equilibrio.”

Una infinidad de conexiones neuronales que son el concierto de la vida, arrastra también las reflexiones que Luis Medina deja sobre la mexicaneidad, la tradición cristiana, hebraica y occidental. Sin embargo, sus palabras podrían vivir aún después de su deceso con la realización del proyecto planeado para este 2021.

Esta peregrinación puede ser riesgosa, ya que en este momento nos encontramos en semáforo rojo y convoca a personas de la tercera edad residente en pueblos originarios para caminar en dirección al Templo Mayor desde sus poblados de origen durante el día, para después, reconstruir la metáfora del anochecer cultural y de la conciencia, simbolizando un despertar con la partida por la noche desde el Templo Mayor a cada centro energético del país, comenzando por Chapantongo, pasando por el cerro del Xicuco y con la montaña de Coatepec como punto final. Según su hija, estos cerros son la inspiración de las dos pirámides principales del Templo Mayor: el primero hace alusión a Quetzalcoatl y el segundo a Huitzilopoxtli.

La peregrinación consta de 12 escalas, será en el mes de agosto de 2021 y presuntamente, el escritor Luis Arturo Medina Márquez se habría contagiado el pasado 9 de enero durante la presentación de este proyecto al presidente municipal de Chapantongo, don Enrique Tavera y acompañantes del ayuntamiento en la quinta "La esperanza". Falleció en el día de su cumpleaños, que coincide con el día 20 del año 21, llevando su misión hasta las últimas consecuencias.

Finalmente, en semanas anteriores, su hija ha pedido el apoyo de la comunidad para resignificar la tierra hidalguense y sumar a la ceremonia a las y los interesados. 

Hasta el momento, no se ha determinado qué sucederá con estos planes. Mientras tanto, su esposa la pintora Luz Mier y Terán, lucha en la tranquilidad de la montaña con tratamientos naturales para resistir a esta dolorosa pandemia. 

Descanse en paz Don Luis y larga vida tengan sus palabras.