“Cierto grado de abuso es inseparable en el adecuado uso de todo; y en ninguna instancia es esto más cierto que en la prensa”.<br>

James Madison

“Tan malo el pinto como el colorado”.<br>

 Refrán

Me impresionaron por contundentes, también por caer en la categoría de lo equivocado, los artículos de Frida Gómez“TVAzteca y Javier Alatorre: Cuando la libertad de extorsión es un acto criminal —casi— terrorista”, y de José Jaime Ruiz, "Como el coronavirus, Ricardo Salinas Pliego desea tu muerte".

De ahí que haya decidido encabezar mi propio escrito con la cita de Madison y el dicho de los gallos. Pienso que la libertad de expresión NUNCA es un acto criminal ni terrorista.

Entendamos el debate

En TV Azteca, el periodista Javier Alatorre difundió opiniones sobre Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, que provocaron, más que un escándalo, una oleada de indignación entre los numerosos seguidores de ese político —el presidente AMLO diariamente lo elogia por ser “científico”. En mi opinión, no lo es; si lo fuera, estaría en un laboratorio o en un centro de investigación y no en el sector público, esto es, en la burocracia en la que ha trabajado por lo menos desde el sexenio de Felipe Calderón.

Alatorre solo cuestionó a López-Gatell, quien está absolutamente rebasado por la crisis. Lo dicen hasta los gobernadores de Morena. En su desesperación, el subsecretario se defiende con palabras y cifras que después no puede sostener.

¿Qué dijo el conductor del noticiero principal de TV Azteca? Simplemente, que no debemos hacerle caso a López-Gatell porque este se contradice con frecuencia. No propuso Alatorre salir a la calle ni nos invitó a reunirnos masivamente en estadios.

Claro está, el periodista no aclaró que criticar al subsecretario de Salud no implicaba un llamado a desobedecer la instrucción de “quédate en casa”. Fue bastante irresponsable.

En cualquier caso se trató, nada más, de una opinión imprudente que no debería criminalizarse de ninguna manera.

Calificar de “criminal” el criterio manifestado en público, por equivocado que sea, equivale a invitar al gobierno a limitar la libertad de expresión, lo que es el inicio del autoritarismo. Debemos evitarlo.

Reproduzco las palabras del periodista que trabaja en la empresa de Ricardo Salinas Pliego:

“Cómo todas las noches, el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre las cifras de contagio y fallecimientos por Covid-19 en México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras: ya no haga caso a Hugo López-Gatell”.<br>

Javier Alatorre

¿Es un acto criminal o terrorista pedir no hacerle caso a un político, quien además, sin duda, es bastante chimoltrufio pues así como dice una cosa en las conferencias de prensa mañaneras dice otra totalmente distinta en las vespertinas o nocturnas? No me parece. Insisto, quizá Alatorre debió precisar que criticar a López-Gatell por dar información contradictoria no implicaba pedir a nadie salir de casa. No lo hizo, pero tampoco veo mayor problema.

El actual presidente de la Suprema Corte de nuestro país dijo cuando tuvo que juzgar un caso de abuso de libertad de expresión

“El debate en temas de interés público debe ser desinhibido, robusto y abierto, pudiendo incluir ataques vehementes, cáusticos y desagradablemente mordaces sobre personajes públicos o, en general, ideas que puedan ser recibidas desfavorablemente por sus destinatarios y la opinión pública… Estas son las demandas de una sociedad plural, tolerante y abierta, sin la cual no existe una verdadera democracia”.<br>

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea

Resulta un exceso criminalizar las opiniones como han hecho Frida y José Jaime y como ha ocurrido en las últimas horas en Twitter. Quienes hoy juzgan con tal severidad a Javier Alatorre, partidarios en su gran mayoría de la 4T, jamás habrían acusado de haber cometido un delito al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando, en una gira, contradijo expresamente a López-Gatell y a Claudia Sheinbaum y pidió a la gente salir de sus casas:

“Comí con una señora, comí porque nos los piden… Hice un video y me acusan de que cómo voy a ir a un restaurante, a una fonda. Yo les diría: ¿Por qué no ir (a las fondas) si no está prohibido”.<br>

Presidente AMLO

Sin duda, cuando Andrés Manuel dijo eso ya estaba prohibido salir a la calle. Lo había prohibido, sí, López-Gatell. Pienso que el presidente López Obrador —andaba de gira en pueblos no del todo comunicados— no se enteró a tiempo de la prohibición. En todo caso fue nada más un punto de vista que rápidamente modificó cuando se sumó, con absoluta responsabilidad, al llamado a quedarse en casa.

Las opiniones no son criminales

En el peor de los casos, las opiniones son irresponsables. Creo que Javier Alatorre cayó en una enorme irresponsabilidad, pero no por pedir que se ignore a un político como López-Gatell que con frecuencia no tiene idea de lo que dice, y que en mi opinión se ha equivocado dos veces: (i) al no impedir el festival Vive Latino celebrado cuando la pandemia ya estaba entre nosotros, y (ii) al necear con su idea, solo de él —es el único que lo dice en todo el mundo— , de que los cubrebocas no protegen contra el coronavirus.

El periodista de TV Azteca fue irresponsable por las siguientes razones:

1.- Porque Alatorre —coincido con la mayoría de los tuiteros que han comentado el caso— no cuestionó a López-Gatell por decisión del propio comunicador, sino porque se lo pidió el dueño de la empresa, Ricardo Salinas Pliego.

2.- Porque Javier se prestó al juego de un empresario con enormes intereses que, seguramente, pensó que le beneficiaba en alguna negociación con el gobierno el hecho de provocar un escándalo —y lo logró— dando la instrucción a su principal periodista de emitir opiniones polémicas en televisión abierta nacional.

3.- Porque Javier Alatorre no tuvo la capacidad de decirle NO a su jefe.

4.- Porque el conductor del principal noticiero de TV Azteca debió ser más cuidadoso al tocar un tema tan delicado, es decir, sí criticar a López-Gatell por grillo y por chimoltrufio, pero aclarando a la gente que ello no implicaba desobedecer la instrucción de quedarse en casa.

5.- Porque Alatorre, ya entrado en su noticiero en el tema de las críticas a quienes se han conducido indebidamente en la pandemia —entre quienes se encuentra el subsecretario de Salud, sin duda— debió también cuestionar las actitudes de su jefe, el señor Salinas Pliego, quien primero hizo un llamado debatible a no paralizar la economía en la emergencia, y que después, con la emergencia declarada, abiertamente y quizá en forma ilegal se negó a cerrar sus tiendas Elektra porque, por sus pistolas, consideró que prestan a la gente un servicio esencial, algo que claramente es una falsedad.

Salinas Pliego, amigo desleal del presidente AMLO

Sin duda, Salinas Pliego no desea la muerte de los mexicanos. El dueño de TV Azteca no quiere que nadie pierda la vida. Así que tampoco exageremos. Su único interés es presionar al gobierno con el noticiero de su televisora para obtener alguna ventaja.

Eso es desleal, sin duda, con el pueblo de México y con su amigo, el presidente López Obrador.

Por lo demás, es una presión inútil: Ricardo conoce a Andrés Manuel. Debería el empresario saber que con el actual presidente, por las buenas se pueden lograr acuerdos, legales desde luego; por las malas, no va a conseguir nada, ni siquiera que AMLO se enoje. El mandatario simplemente va a ignorar a Salinas Pliego.

Inclusive —hago mención a lo que piensan algunas personas que gustan de leer entre líneas—, si el propio AMLO lo hubiese pedido al dueño de TV Azteca para medir una reacción en la opinión pública, Salinas Pliego no debió hacerlo porque era altamente probable que terminara provocándole un problema que el presidente de México no necesitaba.

Lo que sí ganó TV Azteca: un público que ya no tenía... los tuiteros le hicieron el favor

El error de quienes han criticado tanto en redes a Ricardo Salinas Pliego y a Javier Alatorre es haberles dado una importancia que desde hace años perdieron.

El rating de Alatorre es my bajo; excesivamente pequeño comparado el de la líder Denise Maerker, de Televisa. También registra una audiencia menor a la de Ciro Gómez Leyva, en Imagen Televisión.

Y en términos de credibilidad no solo son mucho más creíbles Ciro y Denise, sino cualquier periodista de cualquier medio de comunicación mexicano.

La indignada comentocracia de Twitter lo único que logró fue darle de nuevo cierta notoriedad a un periodista y a un noticiero de TV perdidos desde hace años —ellos sí— en la irrelevancia.